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16 sept 2014

TERCER VIAJE A ETIOPÍA: Jinka-Turmi

Al día siguiente de mi llegada a Jinka madrugo bastante para coger el autobús. Key Afar, una localidad a 40 km de Jinka y donde yo estuve en mis dos viajes anteriores. Es un día en el que se celebra el mercado semanal y ya hay gente haciendo cola para coger el bus.
Me reúno con mi amigo Gele, que me acompañará hasta el poblado se Turmi, donde vive. Aquí esta también Halikorro. el mursi que conocí el día anterior. Va al mercado para vender algunos artículos de artesanía, acompañado de su madre y de su esposa.
Después de estar un buen rato haciendo cola (en África los horarios son muy subjetivos) por fin llega el autobús. Y hay se produce el caos total. De nada importa la cola que llevaba horas esperando. Toda una avalancha se precipita sobre el autobús, con macarrones codazos y lo que haga falta
para coger sitio en primer lugar. Mi amigo Gele, ya experto en estos lances, sube de los primeros sábados en el codazos Y le entrego mi mochila; luego me agarra de la camisa tira de mi hacia arriba. Al pobre mursi, a pesar de que estaba de los primeros en la cola, el cobrador del autobús no le dejan subir y le expulsa a empujones. El racismo existe en todos los países.
Por fin llegamos a Key Afar para tratar de conseguir un transporte que nos lleve a Turmi.  Gele habla con gente que ha ido en coche al mercado para ver si alguno regresa después a Turmi. Yo sólo espero no tener que volver a dormir aquí. Dormí el año anterior, en mi segundo viaje, también un día en el cambia mercado. El hotel que hay es todavía peor que los de Jinka y la mayoría de los hombres, al ser día de mercado, estaban borrachos como cubas.
Parece que nadie va a ir a Turmi. Gele habla con un camionero que transporta sacos de pienso y que irá a Konso pasando por Weyto. Podemos ir allí y esperar a que otro transporte nos acerque a Turmi. distante casi 100 km de allí. Esto supone dar un gran rodeo, pero no hay otra alternativa.
Como la una de la tarde partimos de Key Afar en dirección a Weyto. En esta población también estuve en mis dos viajes anteriores.
Vamos sentados encima de los sacos de pienso. El sol africano cae inmisericorde sobre nosotros y no hay manera de protegerse de él. Como es una pista de tierra y el malas condiciones vamos dando botes todo el rato.
Por fin, dos horas después llegamos a Weyto. Son cuatro casas en medio de una zona desértica. Ahora nos toca esperar un transporte que vaya Turmi. Todos los que pasan se dirigen Jinka. Empieza a anochecer y me hago la idea de que quizás me toque esperar aquí más de un día.
Sentado bajo la empalizada del único bar-restaurante veo algo que no había observado en los viajes anteriores: unas escolopendras gigantes, de unos 20 cm de largo, y de color verde. Son asquerosas. No me quiero imaginar una picadura de semejante espécimen. 
Nos disponemos a dormir, visto que ha sido imposible conseguir hoy en transporte a Turmi. No puedo dormir tranquilo pensando en las escolopendras. Gele me gasta una broma, cuando estoy empezando dormirme, y me pasa por la cabeza una hoja. Yo, pensando que es una escolopendra, doy un bote de espanto.
A la una de la madrugada me despierta Gele. Hay un camión que se dirige. Omorate, una población que también visite en los dos viajes anteriores, a orillas del río Omo y muy cerca de la frontera con Sudán. Para ir allí hay que pasar por Turmi. Recogemos rápidamente las cosas. Al fondo hay un camión con las luces encendidas. 
Subo a la caja del camión. Está lleno de gente y no cabe un alfiler. Nos toca ir asentados con las piernas recogidas y sin poder moverte ni 1 mm. El viaje durará hasta Turmi dos horas más.
A medio camino comienza a llover y un rato después el camionero  detiene el camión y echa un toldo de lona sobre nuestras cabezas. 
A las cuatro de la madrugada llegamos por fin a Turmi. Recorremos el kilómetro que nos separa del camping que hay más cercano a la población, donde estuve en mi primer viaje. Gele hablar con el guarda y ahora me alojaré algo más cómodamente que las dos veces anteriores. Se trata de tiendas de campaña ya montadas, tan grandes como una habitación, con una cama de madera. Quedo con mi amigo Gele para verle al día siguiente.


  

15 sept 2014

TERCER VIAJE A ETIOPIA: Addis-Jinka

Tras el regreso de Harar decido salir cuanto antes hacia el Valle de Omo. En la oficina de Ethiopian Airlines de Addis compro el billete para Jinka. En mis dos viajes anteriores llegue al valle por carretera; pero eso supone dos días de viaje y ahora, para ahorrar tiempo, voy a hacerlo en avión. Volaré a Jinka, la principal localidad del Valle de Omo. Estuve allí en mi primer viaje a Etiopía. Desde allí tendré que buscarme la vida para llegar hasta Turmi, pues no hay transporte público.
Jinka se encuentra en la falda de una montaña. Es una población con calles de tierra y unos cuantos hoteles de muy baja calidad. No hay aeropuerto como tal. El avión aterriza en la calle principal de la población, en una pista de hierba. Vuela dos veces por semana desde Addis. Cuando el avión se va aproximando la policía despeja la pista de personas y animales. Aterriza de cara a la montaña. Si por alguna razón tuviera problemas para frenar después de aterrizar se estamparía contra las casas del pueblo. Recuerdo que cuando vi la pista dos años atrás pensé que habría que tener valor para ir hasta allí en avión y ahora era yo el que iba a volar a ese destino.
El vuelo va a partir del aeropuerto temprano por la mañana. Más que avión es una avioneta grande. No tiene más de 15 plazas. Nunca he volado en algo tan pequeño. Y es que para poder aterrizar allí no puede ser de otra manera. Por lo demás, Ethiopian Airlines posee una flota de aviones modernos que ya quisieran algunas compañías europeas. Pero en el que voy a volar, para poder aterrizar en medio del pueblo, tiene que ser pequeño y de hélice.
Entre los pasajeros sólo hay otro que parece ser europeo.  También viajar solo y más tarde me dirá que es austriaco. La mayoría del vuelo transcurre por zonas muy montañosas. Variar veces las cumbres de las montañas están más altas que por donde vuela el avión. Por fin, por la ventanilla veo a mi derecha el poblado de Jinka. El avión gira a la derecha y nos encaminamos hacia la pista de aterrizaje. Vamos de cara a la montaña ; da la impresión de que nos vamos a estrellar contra ella. Felizmente tomamos tierra sin ningún contratiempo.
Hay una multitud esperando fuera. La llegada del avión dos veces por semana es todo un acontecimiento. No hay terminal porque no hay aeropuerto ; abren la bodega del avión y allí mismo, en la pista de hierba, nos dan el equipaje. Me  encamino a buscar un hotel y ¡sorpresa! veo a Gele, un joven de la tribu hamer que vive en el poblado de Turmi y al que conocí en el viaje del año pasado. Para mí es una alegría verle. Me dice que ha ido a Jinka para recoger su correo en el apartado postal. Tiene previsto regresar a Turmi al día siguiente, así que lo haremos juntos y me será de gran ayuda en mi viaje.
Me ayuda a buscar un hotel. Los hoteles aquí son muy básicos. De la limpieza mejor ni hablar. Me acomodo en la habitación del hotel elegido. Ni siquiera quito la colcha. Me tumbaré encima con mi saco-sábana. Prefiero no mirar debajo de la cama para no llevarme sorpresas, como alguna vez me ha ocurrido, de ver que comparto habitación con alguna otra especie animal.
Después de comer doy un paseo por el pueblo. Hay más miembros de la tribu mursi que hace dos años. Jinka es el punto de partida para visitar los poblados de esta tribu, que se encuentran a unos 40 km de aquí. Hay mursis que vienen al mercado semanal para comprar cosas y hacerse fotos con los turistas y así sacar algún dinero (la mayoría de las veces mal empleado en emborracharse). Me hago amigo de un mursi llamado Halikorro. Gele, que vivió algunos meses en un poblado mursi, hace de intérprete. Ha venido al mercado con su mujer y su madre y quiere ir después al mercado de Key Afar, a 40 km de aquí. Les invito a comer injera. Les enseño las fotos que saqué en los dos viajes anteriores, en mis visitas a los poblados mursis y reconocen a varias personas. Me invita a visitar alguna vez su poblado. Dice que me puedo quedar en la choza de su madre.
Me acuesto pronto porque al día siguiente hay que madrugar. Gele dice que para llegar a Turmi lo mejor es ir a Key Afar, pues al día siguiente hay mercado y puede ser más fácil encontrar un vehículo que vaya allí. Desde aquí hasta Turmi aún me quedan más de 100 km.

8 sept 2014

TERCER VIAJE A ETIOPIA: Harar

Por la mañana cojo temprano el avión que me llevará a Harar, la cuarta ciudad Santa del islam. El viaje durará una hora. El paisaje se va tornando cada vez más desértico, pues estamos volando hacia el este, hacia Somalia.
Harar no tiene aeropuerto y el avión aterriza en Dire Dawa. Desde allí hay que coger un transporte público a Harar, a 55 km de distancia. Estoy esperando para recoger mi equipaje en la cinta transportadora y no aparece por ninguna parte. Estoy solo con lo puesto y la documentación. Me dirijo a reclamaciones y me dicen que posiblemente equipaje haya continuando en el avión hasta su destino final, una ciudad cerca de Somalia.
Busco un hotel en la ciudad para pasar el día. Me aburro soberanamente pues no tengo nada que hacer ni que ver. Después de comer voy a la oficina de Ethiopian Airlines y la respuesta es que aún no ha aparecido pero que con casi toda seguridad al caer la tarde estará allí. Al atardecer vuelvo al aeropuerto y sigue sin aparecer, pero me aseguran que por la mañana del día siguiente tendré el equipaje de vuelta. Cuando abandono el aeropuerto ya es de noche y no hay ningún taxi. Empiezan a apagar las luces y allí sólo permanece guardia de seguridad. No sé cómo regresar a la ciudad. Ya me veo pasando la noche sentado en una silla al lado del guardia de seguridad. Por fortuna éste se apiada de mí y me dice un lugar en el aparcamiento donde un autobús recoge a los empleados del aeropuerto. Por suerte en el autos de los empleados no me ponen ninguna pega. Vamos haciendo paradas en distintos puntos de la ciudad y al llegar a mi hotel paran. Les estoy muy agradecido.
A la mañana siguiente vuelvo de nuevo a la oficina de la línea aérea esperando encontrar mi equipaje y me confirman que definitivamente ha desaparecido.
Ante el dilema de tener que ir a Harar sólo con lo puesto me desanimo y decido regresar a Addis. Si al final del viaje tengo tiempo intentaré regresar aquí.