Tras el regreso de Harar decido salir cuanto antes hacia el Valle de Omo. En la oficina de Ethiopian Airlines de Addis compro el billete para Jinka. En mis dos viajes anteriores llegue al valle por carretera; pero eso supone dos días de viaje y ahora, para ahorrar tiempo, voy a hacerlo en avión. Volaré a Jinka, la principal localidad del Valle de Omo. Estuve allí en mi primer viaje a Etiopía. Desde allí tendré que buscarme la vida para llegar hasta Turmi, pues no hay transporte público.
Jinka se encuentra en la falda de una montaña. Es una población con calles de tierra y unos cuantos hoteles de muy baja calidad. No hay aeropuerto como tal. El avión aterriza en la calle principal de la población, en una pista de hierba. Vuela dos veces por semana desde Addis. Cuando el avión se va aproximando la policía despeja la pista de personas y animales. Aterriza de cara a la montaña. Si por alguna razón tuviera problemas para frenar después de aterrizar se estamparía contra las casas del pueblo. Recuerdo que cuando vi la pista dos años atrás pensé que habría que tener valor para ir hasta allí en avión y ahora era yo el que iba a volar a ese destino.
El vuelo va a partir del aeropuerto temprano por la mañana. Más que avión es una avioneta grande. No tiene más de 15 plazas. Nunca he volado en algo tan pequeño. Y es que para poder aterrizar allí no puede ser de otra manera. Por lo demás, Ethiopian Airlines posee una flota de aviones modernos que ya quisieran algunas compañías europeas. Pero en el que voy a volar, para poder aterrizar en medio del pueblo, tiene que ser pequeño y de hélice.
Entre los pasajeros sólo hay otro que parece ser europeo. También viajar solo y más tarde me dirá que es austriaco. La mayoría del vuelo transcurre por zonas muy montañosas. Variar veces las cumbres de las montañas están más altas que por donde vuela el avión. Por fin, por la ventanilla veo a mi derecha el poblado de Jinka. El avión gira a la derecha y nos encaminamos hacia la pista de aterrizaje. Vamos de cara a la montaña ; da la impresión de que nos vamos a estrellar contra ella. Felizmente tomamos tierra sin ningún contratiempo.
Hay una multitud esperando fuera. La llegada del avión dos veces por semana es todo un acontecimiento. No hay terminal porque no hay aeropuerto ; abren la bodega del avión y allí mismo, en la pista de hierba, nos dan el equipaje. Me encamino a buscar un hotel y ¡sorpresa! veo a Gele, un joven de la tribu hamer que vive en el poblado de Turmi y al que conocí en el viaje del año pasado. Para mí es una alegría verle. Me dice que ha ido a Jinka para recoger su correo en el apartado postal. Tiene previsto regresar a Turmi al día siguiente, así que lo haremos juntos y me será de gran ayuda en mi viaje.
Me ayuda a buscar un hotel. Los hoteles aquí son muy básicos. De la limpieza mejor ni hablar. Me acomodo en la habitación del hotel elegido. Ni siquiera quito la colcha. Me tumbaré encima con mi saco-sábana. Prefiero no mirar debajo de la cama para no llevarme sorpresas, como alguna vez me ha ocurrido, de ver que comparto habitación con alguna otra especie animal.
Después de comer doy un paseo por el pueblo. Hay más miembros de la tribu mursi que hace dos años. Jinka es el punto de partida para visitar los poblados de esta tribu, que se encuentran a unos 40 km de aquí. Hay mursis que vienen al mercado semanal para comprar cosas y hacerse fotos con los turistas y así sacar algún dinero (la mayoría de las veces mal empleado en emborracharse). Me hago amigo de un mursi llamado Halikorro. Gele, que vivió algunos meses en un poblado mursi, hace de intérprete. Ha venido al mercado con su mujer y su madre y quiere ir después al mercado de Key Afar, a 40 km de aquí. Les invito a comer injera. Les enseño las fotos que saqué en los dos viajes anteriores, en mis visitas a los poblados mursis y reconocen a varias personas. Me invita a visitar alguna vez su poblado. Dice que me puedo quedar en la choza de su madre.
Me acuesto pronto porque al día siguiente hay que madrugar. Gele dice que para llegar a Turmi lo mejor es ir a Key Afar, pues al día siguiente hay mercado y puede ser más fácil encontrar un vehículo que vaya allí. Desde aquí hasta Turmi aún me quedan más de 100 km.
No hay comentarios:
Publicar un comentario