Continuamos nuestro camino hacia Turmi. Empezamos a ver en los lados de la carretera a miembros de la tribu hamer, pues ya estamos en su territorio. Los hamer son una de las tribus más numerosas de la zona, con unos 15.000 individuos. Un hombre puede tener varias mujeres. Se dedican a la agricultura y al pastoreo. Son comunes, como en otras tribus, las incursiones para robar ganado. Sus enemigos naturales son los Dassanech, por el oeste y los Arbore, por el este. A los arbore consiguieron desplazarlos aún más hacia el este. Con los Dassanech, pueblo guerrero por excelencia, no han podido y son comunes los enfrentamientos armados entre ambos. Poco antes de mi viaje se había producido una etapa de enfrentamiento bélico, con el resultado de 15 muertos entre ambas partes.
Les gusta adornarse mucho el cuerpo con pinturas que obtienen mezclando arcilla y grasa de vaca, lo que les confiere un olor especial, no desagradable. Los hombres suelen llevar en la cabeza una especia de casquete hecho con barro y plumas de animales. Las mujeres llevan peinados hechos también con arcilla y grasa animal. Son comunes en los hombres las escarificaciones en el torso, muestra de haber matado a un enemigo o a un animal. Las mujeres también llevan escarificaciones como adorno, así como pulseras en las muñecas y los tobillos y collares en el cuello. Los collares los llevan las casadas y la primera mujer lleva una especie de protuberancia en uno de los collares, pues es la que tiene mayor estatus social y la que lleva el peso de la familia. Los hombres llevan en la mano una especie de taburete muy pequeño, llamado borkota, que les sirve para sentarse o para apoyar la cabeza cuando se tumban.
Las mujeres también llevan en la espalda cicatrices producidas por los hombres, al pegarles con una vara en la ceremonia del salto del Toro. Tienen diferentes tradiciones que ya iré contando en los siguientes viajes, pues al año siguiente pasé cinco días aquí y otro año después pasé con ellos 10 días.
Los hamer son la tribu más acogedora y hospitalaria. Es muy fácil entablar amistad con ellos y los tres días que pasamos en Turmi resultaron muy agradables. Las mujeres destacan por su belleza.
Nos alojamos en una zona de acampada a 1 km del poblado. Es lo más parecido a un cámping que encontraremos en todo el recorrido. Hay un espacio al aire libre techado para comer, otra zona con un par de duchas u un par de letrinas, que a última hora del día, cuando se regresa de los viajes, están impracticables debido a la gente que ha ido pasando por allí durante todo el día.
Turmi cuenta con unas cuantas chozas y otras cuantas casas de adobe que funcionan como comercios como bar. También había en esa época, un par de hoteles, por así llamarlos, pero había que estar muy desesperado para meterse allí a dormir. Hay un puesto de policía que curiosamente no tiene ningún tipo de vehículo para desplazarse y un pequeño dispensario llevado por un par de enfermeras pagadas por el gobierno. Aquí la sanidad no es gratis y cualquiera que vaya lo tiene que pagar. Hay que resaltar la gran labor que realizan los profesionales de enfermería en esta zona tan remota y con unos medios tan escasos. Aunque la verdad sea dicha resulta un trabajo bastante frustrante. En el dispensario venden un tratamiento para el paludismo (ya dije que la sanidad no es gratis) que al cambio cuesta unos 20 céntimos de euro. Varias veces los he comprado para dárselo a alguien que tiene un familiar enfermo, pero no todas las veces se emplea para eso. No es nada raro que lo revendan para comprar otro artículo o lo que es peor, para comprar alcohol.
El alcoholismo, uno de las consecuencias que ha traído el progreso, es un grave problema. Los días de mercado sólo hay que sentarse a la puerta de la zona de acampada para ver regresar a los poblados a muchos hombres que van de lado a lado del camino. Luego las consecuencias las pagarán las mujeres y los hijos. Es una pena que el dinero que sacan de los turistas o en el mercado lo empleen en muchos casos en emborracharse pudiendo comprar con él algo tan simple como unas sandalias. Esto afecta a todas las tribus: a los poblados mursis es una temeridad ir por la tarde porque ya hay mucha gente borracha; en Key Afar, una población de la zona, la policía prohibe que se porten armas el día del mercado porque una vez acabaron a tiros debido al alcohol...
Es la tribu más acogedora y resulta muy fácil hacer amistad con ellos. Aunque, al igual que todas las demás tribus, exigen el pago de una cantidad por hacer fotos, una vez que conoces a algunos y entablas relación de amistad eso se difumina. En mi segundo y tercer viajes a Turmi hice muchísimas fotos por las que no tuve que pagar nada, pues ya conocía a varios de los viajes anteriores.
Los poblados son pequeños, de unas pocas chozas y están rodeados de una empalizada hecha de arbustos. Los animales que pastorean son sobretodo vacas y cabras.
Al dí siguiente de la llegada se celebraba el mercado semanal. Este, junto con el de Dimeka, son los principales mercados de los hamer. A primera hora de la mañana comienzan a llegar hombres y mujeres de poblados a veces muy lejanos. En muchos casos se han puesto en marcha el día anterior. En el mercado se venden sobretodo sorgo, algunas hortalizas, cabras, telas y utensilios para cocinar. Por la tarde, al acabar, hay hombres (y algunas mujeres) que se dedican a beber, empleando las ganancias que puedan haber obtenido al vender algún artículo.
La mayoría de las mujeres y niñas caminan descalzas. A algunas niñas les compramos unas sandalias que venden hechas de neumáticos y nuestra decepción es grande cuando al día siguiente les vemos sin ellas. La razón más habitual es que al llegar a casa su padre o hermanos se las han quitado para venderlas.
Por la tarde viajamos a un poblado cercano para asistir a una danza tradicional. Allí fié donde conocí por primera vez a Gele, un hamer que me ayudaría mucho en mis dos viajes siguientes a la zona.
Al llegar a la zona de acampada acude una hamer llamada Gadi preguntando por otro español que conoció en un anterior viaje. Me permite hacerme fotos con ella y con su hijo pequeño sin pedirme dinero a cambio. Sería también el comienzo de una gran amistad en los viajes posteriores.
Y a continuación otras fotos de varios miembros hamer que conocí en ese primer viaje.
A continuación dejo el enlace a un interesante vídeo que da una visión general de algunas de las tribus que visité.
Y otro vídeo sobre el mercado de Turmi y la tribu Hamer.
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