Después de visitar el poblado de Korcho continuamos el camino hacia el Parque Nacional Mago. Esta va a ser la jornada más dura de todo el viaje. Al poco de abandonar el poblado se pasa por una zona donde los 4x4 tiene que emplearse a fondo. Nunca he tragado más polvo en mi vida. Aunque todas las ventanillas van cerradas todo el coche se llena de polvo por dentro y tanto la ropa como la cara acaban de color amarillo. Hasta las vías respiratorias y la boca tienen polvo. Todo el parque está infectado de mosca tse-tse, la que produce la enfermedad del sueño. Los mursis tuvieron que dejar de llevar sus ganados a pastar a la zona. Ya lo sabíamos antes de llegar y aunque al atravesar el parque llevamos toda la ventanillas subidas no hay manera de librarse de unos cuantos picotazos. Son unas moscas de color marrón, parecidas a los tábanos y la picadura es igual que la de ellos: no pican sino que muerden produciendo sangre en la picadura. Aunque pudiera existir el temor de contraer la enfermedad del sueño, la verdad es que es bastante raro contraerla. Los guías y chóferes nos tranquilizan diciéndonos que ellos llevan atravesando el parque varias veces al año durante años y ninguno la ha contraído hasta ahora.
En el Parque Nacional Mago hay algunos de los animales más representativos de Africa (leones, elefantes, jirafas, búfalos, etc) pero son muy difíciles de ver, ya que hay pocos. La caza furtiva de las tribus, sobretodo por parte de los Mursis, han diezmado la población de elefantes. De estos sólo conseguimos ver sus excrementos que delatan su paso por allí. En un momento dado paramos pues hay un grupo de jirafas. Cada uno se sube donde puede para verlas mejor. Yo me encaramo al techo.
El paisaje es el típico de la sabana africana, con acacias y termiteros. Tras una jornada agotadora llegamos a última hora del día al río Neri, lugar donde hay una zona de acampada. El río baja con bastante corriente y no veo ningún puente por donde cruzar. Tratando de adivinar dónde estará el puente vemos que el primer vehículo pone la tracción a las cuatro ruedas y se dispone a atravesar el río. Con la fuerza que baja el agua parece que sea una temeridad y que acabará siendo arrastrado. Ante nuestros ojos atraviesa el río sin más contratiempo. Detrás cruzan el resto de los vehículos. ¡Bravo por los hábiles conductores etíopes!
Tras cruzar el río llegamos a la zona de acampada. Es un lugar sin ningún tipo de servicios, sólo una zona donde poner las tiendas. Toda nuestra ropa y nuestro cuerpo está cubierto de polvo. La boca y la nariz igual.
Leones no hemos visto pero por la noche se hacen sentir. Acuden a beber al río por la noche y oímos sus rugidos. No deben de estar a más de 200 m. Todo el que haya acampado en Africa sabe lo peligroso que es abandonar una tienda de campaña por la noche. Dos días después, en Jinka, también los oiremos, aunque en este caso más alejados.
Al día siguiente realizaremos la visita a una de las tribus más interesantes, los Mursis. Es la tribu más belicosa de todas y las mujeres son famosas por los grandes platillos que llevan en los labios. Aunque de momento tosco es incertidumbre. El acceso a los poblados mursis se realiza por pistas aún peores de las que ya conocemos. Ha estado lloviendo en días anteriores por la zona y las pistas se convierten en un auténtico barrizal. Encontramos algunos grupo que se han tenido que dar la vuelta. Hoy no ha llovido y no sabemos cómo estará la pista. Decidimos intentarlo y si no podemos pues mala suerte; pero sería una pena marcharse sin poder conocer a la tribu más famosa de todas.
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