Otra vez más aterrizo en Pekín por cuarta vez. Vuelvo al mismo hotelito en medio de un hutong en el que estuve los tres años anteriores. Todo me es ya muy familiar. Este año, animado por lo bien que me fié el año anterior cuando adquirí los billetes de tren directamente en la taquilla, vuelvo a la Estación Central de Pekín con mi hoja de destino, tipo de billete, etc escrito en chino y, tras aguantar las largas colas y poner a prueba la paciencia con el deporte nacional de los chinos, no respetar las colas, llego a la ventanilla para encontrarme siempre con la misma respuesta: imposible, todo lleno. No había contado que a los lugares donde quiero ir este año viajan más chinos y turistas que en donde estuve el año pasado. Intento todos los tipos de trenes y combinaciones pero es imposible. La única opción viable es ir en asiento duro, que significa con toda seguridad un viaje de pié de 36 horas, como en un autobús. Lo probé en el segundo viaje a China y es un auténtico martirio chino, al acabar lleno de pisotones, cáscaras de pipas, etc. Me niego a repetir tal martirio.
resignado vuelvo al hotel y por internet adquiero p los billetes de avión a mis destinos.
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