Nuevo viaje a Harar, tras el fracasado intento nada más llegar a Etiopía. Esta vez, para que no me ocurra como la anterior, llevo todo el equipaje de mano. Vuelvo a realizar de nuevo el vuelo Addis-Dire Dawa. Regreso al mismo aeropuerto casi un mes después. Cojo un taxi a Dire Dawa Y desde allí una furgoneta de transporte publico que me lleva directamente a Harar.
Harar es la cuarta ciudad santa del Islam. Se halla a 150 km de la frontera de Somalia, A 500 km de Addis Abeba y a una altitud de 1885 m, por eso el clima es más benigno que en Dire Dawa y hace menos calor. Tiene 82 mezquitas. Está declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. El 75% de su población es musulmana
Lo primero que hago al llegar de buscar un hotel fuera de la zona amurallada. Luego, tras dejar mi equipaje, me dirijo hacia la ciudad antigua y penetro en la muralla por una de sus cinco puertas. Me dedico a callejear por las estrechas callejuelas de la ciudad. También visito algún mercado y la casa donde vivió el poeta Rimbaud. Veo a pocos turistas por aquí. La mayoría de las veces soy el único occidental vagandando por las callejuelas. La gente es muy amable y el sentido de hospitalidad de los musulmanes se hace notar por todas partes.
En la principal plaza de la ciudad me encuentro con unos amigos españoles que conocí en Turmi. Me dice que han conocido a un español de Barcelona que lleva años viviendo en Harar y se ha convertido al islam. Me dice que han quedado con él por la tarde en la terraza de esa plaza. Allí estoy a la hora convenida. Nuestro amigo es de Barcelona y se dedica a pintar cuadros. Está casado con una etíope de Harar. Lleva el típico gorro de los musulmanes. Aunque le invitamos a tomar algo no prueba nada, pues estamos en el mes del Ramadán. Al día siguiente mis amigos españoles me contaron que les había invitado a su casa y conocieron a su mujer.
Les comento a los españoles que me gustaría ver al famoso hombre de las hienas y ellos me dicen que han quedado con una persona que les llevará a verlo al anochecer. Las hienas siempre han tenido una relación especial con Harar. Antiguamente las puertas de la muralla se cerraban por la noche para evitar el paso de bandidos o animales salvajes. Luego descubrieron que sí, a través de unos huecos en la muralla, dejaban pasar a las hienas, terminarían con la basura acumulada Y se evitaría ataques a personas. Los ataques de hienas a personas en los alrededores no son raros, sobre todo a niños, pero en Harar nunca han atacado a nadie. Hay un hombre que les da de comer todas las noches y se ha convertido en una atracción turística. Hagamos el precio convenido al chico que nos va a llevar a verlo Y por oscuras callejuelas nos dirigimos al lugar donde se realiza la exhibición. Cuando llegamos ya les está dando de comer. Está sentado en el suelo y tienen un palo en la boca de donde cuelga un trozo de carne. Una hiena se acerca y toma el trozo de carne huyendo después para comérsela. Habrá unas ocho hienas, algunas de gran tamaño. A veces se pelean entre ellas para ser la primera que llega al palo. Nunca he tenido una hiena tan cerca y la verdad es que impresiona bastante. Algunas, cuando se pelean y retroceden, chocan contra mi pierna. No me atrevo ni a moverme. Es el animal que tiene las mandíbulas más fuertes de la naturaleza. De un solo mordisco podría arrancarme un brazo sin el menor problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario