A finales del mes de Julio de 2011 tenía prácticamente ultimado mi viaje. Los hoteles ya los había reservado; había comprado los billetes de avión por Internet, tanto el de Madrid-Pekín ida y vuelta como los vuelos por el interior de China; tenía perfectamente ultimado el recorrido que iba a realizar, etc. Pero a finales del mes de Julio ocurrió un suceso que estuvo a punto de hacer variar el recorrido.
Una de las zonas que iba a visitar, el Xinjiang, es una región autónoma de China tan grande como España. En ella viven varios grupos étnicos, siendo los uigures el más numeroso. Otros grupos son kazajos, kirguisos, tártaros, etc. Físicamente (los uigures) se parecen más a los turcos que a los chinos han, la etnia más numerosa de China (90% de la población). La lengua también es diferente, estando relacionada con el turco. Su religión es musulmana. En el plano político algunos quieren mayor autonomía respecto a China y otros defienden la independencia. Además se quejan de que la emigración de chinos han al Xinjiang no deja de aumentar y que los peores trabajos son para los uigures. La tensión latente se ha saldado a veces con graves enfrentamientos. En el verano del año 2009 los graves disturbios que se produjeron en Urumqi, la capital del Xinjiang, produjeron casi 200 muertos y más de 1000 heridos. Primero hubo ataques de los uigures a los chinos han y más tarde estos se revolvieron contra los uigures. Tuvo que intervenir el ejército y Urumqi estuvo varios días aislada del resto de China. Las imágenes que mostraban los medios de comunicación, de gente tirada en la calle muerta a palos o acuchillada, eran espeluznantes. Afortunadamente todo volvió la calma y dos años después la tranquilidad era la tónica
Pero finales de julio del año 2011 leí una noticia que pudo dar al traste con mi viaje al Xinjiang. Todo comenzó en la tercera semana de Julio en Hotan, una ciudad del Xinjiang. En el intento de asalto a una comisaría se produjeron 20 muertos. La peor noticia para mí fue la que ocurrió en Kashgar, la legendaria ciudad de la Ruta de la Seda donde yo iba pasar cinco días. Ocurrió un atentado de un grupo independentista: dos personas acuchillaron hasta la muerte al conductor de un camión en un semáforo, se subieron al vehículo y enfilaron hacia una acera que en ese momento se encontraba llena de gente paseando, arrollando con el camión a todos los que encontraban a su paso. Después se bajaron del mismo y empezaron acuchillar a todo el que se encontraban a su paso. Resultado: 14 muertos y más de 40 heridos. Días después la policía china logró dar muerte a cinco autores de los atentados.
Y ahí estaba yo un mes antes de mi viaje, con mis billetes ya pagados de avión entre otras cosas. Tenía pensado ir desde Pekín a Urumqi en tren (3172 km), de Urumqi a Kashgar en avión (1000 km) y volver de Kashgar a Pekin en avión (4371 km) para no perder tantos días en desplazamientos. El billete de avión de Urumqi a Kasgar y de Kashgar a Pekín ya lo había obtenido por internet y había resultado más caro incluso que desde Madrid a Pekín ida y vuelta. No tenía derecho a devolución; si no realizaba el viaje lo perdía. Lo de menos era perder el billete; si tenía que variar el recorrido y visitar otra región de China así lo haría. Lo que ocurre es que el Xinjiang era una de las zonas de China que más ilusión había tenido siempre en visitar. Pero ahora leía estas noticias y no era nada esperanzadoras: en Kashgar las calles estaban desiertas, tomadas por la policía y el ejército y no se sabía si en cualquier momento el terrorismo podía hacer acto de presencia de nuevo.
Mi cabeza era un mar de dudas. "¿Qué hago, anulo definitivamente el viaje al Xinjiang y me dedico a visitar otra región que no conozca de China o espero hasta el último momento, dado que todavía quedaba un mes, para ver así la situación mejora?" Algo parecido me había corrido en mi tercer viaje a Etiopía. El último día de mi estancia en el país ocurrieron graves disturbios en la capital, Addis Abeba. Se produjeron manifestaciones antigubernamentales con el resultado de cinco muertos. Esa misma noche regresaba a España y no tuve problemas para coger un taxi al aeropuerto. Al día siguiente, en nuevas manifestaciones, los muertos aumentaron a más de 40. Conocía a españoles que salían en avión ese día siguiente y tuvieron dificultades para llegar al aeropuerto, pues la ciudad se paralizó y no había taxis. Tuvieron que recurrir a conocidos de agencia de viajes para que les acercasen en sus vehículos a tomar el vuelo. La diferencia era que en Etiopía yo ya estaba allí cuando ocurrió todo pero ahora tenía que decidir si continuaba con el viaje o lo anulaba.
Al final decidí estar expectante y ver cómo evolucionaban los acontecimientos. Me serían de gran ayuda los foros de páginas web de viajes en los cuales los occidentales que viajaban en el mes de Agosto a Kasgar iban expresando sus opiniones. Como más tarde se verá tomé la decisión acertada no suspendiendo el viaje, de lo cual nunca me arrepentiré.
ATENTADOS KASHGAR
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