Vistas de página en total

30 nov 2013

PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Konso-Turmi

El día en el cual entraremos en el Valle de Omo no levantamos temprano para hacer el trayecto hasta Turmi, el principal poblado de la tribu hamer. Se me había olvidado comentar que desde hace Arba Minch tenemos nuevo conductor. Se llama Brandt y es el perfecto chofer: educado, no habla más de lo imprescindible, inigualable cuando se trata de sortear las difíciles pistas por las que vamos a transitar. Con el que traíamos hasta entonces hubiéramos tenido muchas posibilidades de conocer a fondo lo que es un hospital etíope. Los conductores de los otros tres vehículos son también muy buenos profesionales. Se tiran toda la temporada de verano haciendo viajes continuamente desde Addis a la zona del río Omo. Hay uno de los cuatro al que yo llamo "Zurullo" por la cara de bruto que tiene, y además es que lo es. Nos contaron los que iban en su vehículo que una vez fue a adelantar y vió que enfrente venía una bicicleta. No por ello frenó y siguió adelantando. En el coche todos se echaban las manos a la cabeza al ver que se tragaba a la bicicleta y el ciclista. Al final no le quedó más remedio al ciclista que echarse a la cuneta. Zurullo por lo visto echó una carcajada.
Al poco de abandonar con Konso comenzamos a descender y se muestra ante nuestra vista una grandísima llanura, la depresión de Weito. Parece un paisaje del desierto de Arizona.


Tras varias horas por este paraje llegamos a Weito. En este lugar la pista se divide en 2: un ramal que va hacia Jinka y otro a Turmi y Omorate. En Weito hay una especie de restaurante donde paran los grupos de turistas y los camioneros que transportan mercancías hasta los destinos antes citados. Paramos a comer. Hace un calor sofocante. El viaje se hace más duro porque se va tragando continuamente polvo y por esa razón no se pueden abrir las ventanillas. Cuando estamos comiendo aquí no me imaginaba que dos años después estaría dos días durmiendo aquí, con la mochila atada la pierna y un cerco de sillas a mi alrededor para prevenir que me la robasen debido a la fauna humana que tenía alrededor.
Tras la comida continuamos el viaje hacia Turmi. Antes de pasar un río nos detenemos ante el último control policial. La barrera es una cuerda. En aquel viaje yo había leído que hacía falta un permiso expedido en Addis para llegar hasta Turmi en solitario. Dos años más tarde, cuando viajé por mi cuenta, comprobé que eso no era cierto.
Poco después llegamos al poblado de la tribu Arbore. Los Arbore son unos 8000 miembros. Están, como el resto de las tribus de la zona, en conflicto permanente con otros pueblos por el tema de los pastos para el ganado. En toda la zona del valle del Omo son también comunes los robos de ganado entre tribus, dando lugar a veces las sangrientas acciones de represalia. Como ya comenté anteriormente todos los hombres tienen su fusil al hombro. Los miembros que vivían más hacia el sur, hasta la frontera con Kenia, han tenido un largo historial de enfrentamiento con la tribu hamer por el tema de los pastos de ganado. Los hamer salieron victoriosos y desplazaron a los arbore más hacia el este, donde habitan los borana, con los cuales no han tenido conflicto.
Otro aspecto a destacar en todas las tribus es que son unos maestros en cuanto a la estética corporal. Les gusta mucho pintarse la cara y el cuerpo. Cada tribu lleva un tipo de peinado diferente y suelen lucir pulseras en las muñecas y los tobillos así como collares. Son también muy comunes las escarificaciones en el cuerpo, como adorno en el caso de las mujeres con el caso de los hombres con motivo de haber matado a un animal o a otro enemigo. Se considera motivo de orgullo.
Al llegar al poblado comienza el ceremonial: el guía debe negociar con el jefe el precio para poder sacar fotos. Esta va a ser la constante con todas las tribus. Si no se paga no hay foto. Esto incomoda a algunas personas, pues piensan que se pierde naturalidad pero es algo común en muchos países de África. Cuando visite por primera vez un poblado masai, en Tanzania, lo primero que hubo que hacer es negociar con el jefe lo que iba costar la visita al poblado. Y cuando pasaron los 45 minutos que teníamos asignados el mismo jefe se encargó de echarnos sin contemplaciones. Nos guste o no nos guste hay que pasar por el aro. Con el dinero que sacan de las fotos pueden comprar muchas cosas, desde ganado hasta armas u objetos que compran en los mercados semanales. También hay que comprender que para ellos la visita de un grupo de turistas supone una intromisión en su vida. A nadie nos gustaría que estando en nuestra casa llegase un grupo de turistas y nos comenzase a hacer fotos por las buenas. Así que ahí tenemos a un grupo de mujeres y niños posando para que los fotografiemos.




Poco después notamos que algo les contraria. Empiezan a ponerse de mal humor y a mirarnos con cara de no muy buenos amigos. Se están poniendo cada vez más violentos y por indicación del guía optamos por introducirnos en los coches y salir de allí cuanto antes. El guía nos informa de lo que ha pasado: en algunos poblados se negocia con el jefe y se le da dinero para que luego lo reparta entre todos los miembros; en otros se paga directamente a la persona a la que haces la foto. Aquí se había dado el dinero al que hizo de negociador y luego no lo había repartido entre los miembros de la tribu. Por eso pensaban que estábamos haciendo las fotos por el morro, sin haber pagado. La verdad es que cuando abandonábamos el poblado me esperaba en cualquier momento una piedra estampándose contra el cristal trasero del vehículo.
Aquí dejo un enlace con un interesante enlace a YouTube para ver un video sobre la tribu Arbore. Se puede contemplar cuál era el estado de las pistas que nos íbamos a encontrar a partir de ahora





26 nov 2013

PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Comienzo ruta Valle del Omo

Por fin iba a dar comienzo el momento que más estaba esperando: el comiendo de la ruta a través del valle del río Omo. Ahora iba a poder ver con mis propios ojos todos los reportajes que había visto en el magnífico canal de viajes de Lonely Planet.
El Valle de Omo es una región remota y aislada en el extremo suroeste de Etiopía, lejos de Addis, la capital (Omorate, una aldea dassanech que visité está a casi 1000 km de Addis), a donde se llega por pistas infernales en algunos tramos y en las cuales, durante la época de lluvias, no se puede transitar por muchas de ellas y es imposible llegar a algunas tribus. 
En la zona habitan casi 30 grupos étnicos diferentes, cada uno con su propia lengua y costumbres. Las diferentes tribus están en conflicto permanente con las tribus vecinas. Son comunes los robos de ganado y las acciones de represalia que ello conlleva. Como ya he reseñado en las primeras entradas en el año 2005, en el cual realicé mi último viaje a Etiopía, guerreros borana, una de las tribus que había visitado en 2003, cruzaron la frontera con Kenia y atacaron una aldea de la tribu gabra, sus tradicionales enemigos, con el resultado de más de 60 muertos, la mayoría mujeres y niños. Este ataque se repitió en 2010 y produjo más de 40 muertos. En 2011 miembros de la tribu dassanech, la cual visité en 2003 y 2004, cruzaron la frontera con Kenia y atacaron un poblado turkana para robar ganado, con el resultado de casi 50 muertos.  A todo esto contribuye en gran manera el fácil acceso a las armas de fuego. Los hombres hace tiempo que abandonaron la lanza y ahora todos llevan un fusil kalashmikov al hombro. Ello es debido a la guerra civil que existía en Sudán y las armas de fuego que se pasaban de contrabando por la frontera.
La vida es muy dura para sus habitantes. La zona tiene una incidencia de paludismo muy elevada. Recuerdo, en mi segundo viaje a la zona, la primera vez que oí un disparo en medio de la noche en Turmi, un poblado hamer. A la mañana siguiente me explicaron que cuando alguien muere se dispara al aire para anunciarlo. Había muerto una mujer joven de paludismo. Al año siguiente, cuando pasé 10 días en el mismo poblado, oí varias veces los disparos al aire.
La gente sigue viviendo como hace cientos de años. Se necesita cambiar nuestra manera de pensar para poder visitar la zona con un mínimo de curiosidad. Lo que para nosotros es normal para ellos muchas veces no lo es, y hay varias prácticas de esas tribus que en nuestra sociedad parecerían aberraciones: 
Por ejemplo los mingui. Cuando a un niño o niña pequeños les crecen antes los dientes inferiores a los superiores se considera signo de desgracias y enfermedades de todo tipo y, aunque los padres traten de ocultarlo, los ancianos se lo acaban arrebatando y desaparece para siempre. recuerdo un documental que ví en televisión al regreso de mi primer viaje en el cual una anciana de la tribu hamer que vivía sola, pues su marido había fallecido, recordaba con nostalgia una niña que tuvo y, debido a que la consideraron mingui, se la arrebataron y nunca la volvió a ver. Ahora se sentía muy sola y la echaba mucho de menos. Igual ocurre cuando nace un niño deforme. No he visto a nadie con alguna deformidad física entre los miembros de esas tribus.
Igualmente incomprensible para nosotros es que las mujeres hamer lleven todas la espalda con grandes cicatrices en el lado izquierdo debido a que durante la ceremonia del salto del toro son azotadas por los hombre con una vara a modo de látigo. Y lo más curioso es que son ellas las que piden ser azotadas, pues cuantas más cicatrices tengan para ellas es más motivo de orgullo.  Es por lo que me refería al cambio del modo de pensar al visitar la zona. Si no, cualquiera calificaría esa acción como violencia de género y para ellos tiene un significado totalmente distinto.
Y por mucho que reprobemos tales prácticas ellos no van a cambiar sus costumbres. Varias veces funcionarios del gobierno o misioneros han intentado erradicarlas y se han encontrado con que han sido expulsados sin contemplaciones. Y  cuando la vida propia corre peligro nadie insiste. Recuerdo un reportaje que ví antes de mi primer viaje de un aventurero sudafricano que hizo un viaje por la zona del Valle de Omo y lago Turkana. Recorriendo una pista cerca del lago vieron una tumba a un lado de la pista. Les informaron que se trataba de un misionero que había intentado erradicar algunas de esas prácticas sin ningún éxito.  Siguió insistiendo hasta que un día se cansaron de él y le pegaron un tiro.
En pocos lugares de Africa se pueden observar guerreros que luzcan orgullosos escarificaciones en su abdomen por haber matado a enemigos. En mi tercer viaje conocí a un hamer que tenía cinco escarificaciones por haber matado a otros tantos guerreros dassanech. También ví a un joven de la tribu karo de unos 18 años que en su hombro izquierdo tenía una cicatriz de un balazo recibido en un encuentro con varios guerreros mursi.
Los paisajes que ví fueron maravillosos y aunque los animales salvajes son más difíciles de ver que en otros países, como Kenia o Tanzania, en el segundo viaje, acampando por la noche junto al río Neri, en el Parque Nacional Mago, pudimos oír leones que acudían a beber al río a no más de 200 m de donde estábamos.
Y una de las zonas que había que atravesar, en el Parque Nacional Mago, estaba infectada de mosca tse-tse, la que produce la enfermedad del sueño. Por muy bien que se cerrasen las ventanillas todos recibimos varios picotazos. Los guías y conductores nos tranquilizaron. Ellos pasaban varias veces por la zona a lo largo del año y nunca habían desarrollado la enfermedad. Por fortuna en mis tres viajes a la zona ni pillé ninguna enfermedad seria, ni siquiera una diarrea. El único percance fué, al regresar del segundo viaje, una nigua (pulga que tiende a picar en los pies y enquistarse hasta formar larvas) que requirió la extirpación tras realizar una incisión. Pero ví a otros que se contagiaron con amebas o diarreas de las que te pueden fastidiar el viaje. 
Las pistas en algunos lugares no tendrían comparación con lo vivido hasta ahora. Nunca he tragado más polvo como en el trayecto entre Murille y el Parque nacional Mago. Al final todo (cara, ropa, etc) estaba de color amarillo y la boca y nariz se encontraban llenas de polvo.
Además estaban los shiftas, bandidos somalíes que operan en la región fronteriza de Kenia con Etiopía. En el segundo viaje que realicé a la zona intentamos ir desde Omorate al lago Turkana y nos lo desaconsejaron debido a que recientemente todoterreno con turistas extranjeros que estaban visitando el Lago Chew Bahir, en la frontera de Etiopía y Kenia, había sido asaltado por los shiftas. Tuvieron suerte de que sólo les robaran. Hoy día posiblemente les hubieran secuestrado.
Todo esto supondría un desgaste más mental que físico. Por todo lo anteriormente contado hay un bombardeo continuo de nuevas sensaciones. A lo cual hay que sumar, como bien conoce quien haya realizado viajes a Africa, la lucha por quitarte de encima al típico jeta que se te pega nadamos llegar a un lugar y va a tu lado sin decir nada, como tu sombra, para luego decirte que le tienes que dar dinero por haber hecho de guía.
Así comenzaba la etapa más interesante del viaje. El primer tramo sería llegar desde Konso a Turmi, un poblado Hamer, pasando por un poblado de la tribu Arbore.

Dejo el enlace a un par de interesantes vídeos sobre el Valle de Omo:

19 nov 2013

PRIMER VIAJE ETIOPÍA: Tribu Konso

A partir de Arba Minch se acaba el asfalto y de ahora en adelante todo serán pistas. En adelante recorreremos casi 1000 km a través de pistas por la zona sur de Etiopía. Algunas están en mejores condiciones, pero en general supondrán una dura prueba para los todoterreno y para la pericia de los chóferes. En algunos tramos se convierten en un auténtico infierno.
Antes de abandonar el hotel un grupo de chiquillos acude a despedirnos con el típico grito de "iu, iu, iu". Esto es muy común en todo el país, al ir pasando por los poblados los niños salen acuden corriendo hacia los coches donde van los turista gritando el típico "iu, iu, iu". También es muy frecuente entre los más mayores que cuando vean a algún extranjero griten "faranji", es decir, "extranjero" en amárico.


Comienza el recorrido por pista que nos llevará hasta el pueblo de Konso, el principal de los diversos poblados de la tribu del mismo nombre. Está en una zona montañosa. Por el camino nos vamos encontrando con los primeros miembros de la tribu konso.




Por fin llegamos al poblado de Konso, un conjunto de calles de tierra y algunos hoteles. La calidad de los mismos han empeorado considerablemente con respecto a los que hemos tenido hasta ahora, pero es que no hay nada más. Echo el saco-sábana encima de la cama, la cual ni siquiera llegó a abrir para no ver cómo estarán las sábanas. El cuarto de baño hace que no recibe una limpieza a fondo ni se sabe. Encima del lavabo si alguna vez hubo algún espejo ha desaparecido hace tiempo. En cuanto la ducha solo hay agua fría (cosa de lo más común cuando viajas por zonas rurales en África) y la alcachofa también ha desaparecido. Cualquiera que haya realizado viajes a través de África sabrá de lo que hablo. Debajo de la cama tengo por costumbre no mirar. Este es mi sexto viaje a África y la experiencia me ha enseñado que es mejor no mirar debajo de las camas para no ver a la fauna con la que tendrás que compartir la noche. En cuanto a las picaduras de pulga, no hay que tener tanta obsesión como la gente piensa en los viajes a Etiopía, pero es cierto que más de la mañana te levantas con unas cuantas picaduras.
Konso es la capital de la zona suroeste de Etiopía. Se halla a una altitud de 1650 m. Tiene unos 5000 habitantes, una estación de servicio y la electricidad es producida por un generador. 
La tarde la vamos a dedicar a visitar poblados de los alrededores. 
Los miembros de la tribu konso son principalmente agricultores. También tiene una merecida fama como artesanos: carpinteros, herreros, alfareros, etc. Como viven en una zona montañosa los cultivos se establecen en terrazas. Los poblados están rodeados de altos muros con comisión defensiva. Es muy típico en ellos el levantar unas esculturas de madera, los waga, en honor a las personas fallecidas. Es sorprendente ver a las mujeres, incluyendo niñas muy pequeñas, portando grandes haces de leña a la espalda. Desde muy pequeños aprenden que la vida es muy dura para ellas.
Los konso son pacíficos. No tienen hostilidades con tribus vecinas, como las que encontraremos más tarde en la zona del bajo Omo. Beben una especie de cerveza de color verde. Es muy raro ver a un adulto con un fusil a la espalda, cosa que es norma en las tribus que vamos a visitar posteriormente. Su número asciende a unas 300.000 personas repartidas en los 50 poblados
Una cosa que me sorprendió bastante en el pueblo de Konso es ver pasar a un grupo de personas que lleva sobre los hombros una camilla. Encima va un cuerpo completamente envuelto en vendas, como una momia. Se trata de alguien que ha fallecido la llevan a enterrar. Pero la visión de un cuerpo envuelto en vendas encima de una camilla sin cubrir impresiona bastante. En los posteriores viajes que hice Etiopía volví a ver esta escena más veces. La vida es muy dura aquí; el paludismo hace estragos. La esperanza de vida no llega 50 años. En las tribus que vamos a visitar en los días siguientes al paludismo hay que unir la fiebre amarilla, conflictos bélicos entre tribus, y muchas más enfermedades que en nuestro entorno se solucionarían con una simple intervención quirúrgica. Un ataque de apendicitis en la zona del bajo Omo supone un pasaporte para abandonar esta vida. Yo también soy muy consciente de que si en cualquiera de los tres viajes que he realizado por la zona hubiera sufrido algo que no es nada raro aquí, como un ataque de apendicitis, tendría muchísimas posibilidades de abandonar este mundo, pues incluso aunque hubiera podido avisar a través del teléfono satélite que llevé en el segundo y tercer viajes, hubiera tardado un mínimo de cinco días en llegar a un hospital donde poder realizar una intervención quirúrgica en condiciones aceptables. Del mismo modo las pastillas para  la prevención del paludismo aquí hay que cuidarlas tanto o más que el pasaporte o la cartera. La pérdida o desaparición de tales pastillas supondría exponerse a una situación muy arriesgada. Como tendría portabilidad de ver en los días siguientes y en los posteriores viajes que realicé a la zona la mortalidad por paludismo en los poblados del río Omo es muy elevada.





Dejo un enlace a un video de YouTube sobre la tribu konso




16 nov 2013

PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Arba Minch

Al día siguiente por la mañana realizamos el viaje desde el lago Langano hasta Arba Minch. Esta es una ciudad de 75.000 habitantes a 500 km al sur de Addis.  Se halla situada junto a los lagos Abaya y Chamo, y en sus alrededores también se encuentra en Parque Nacional Nechi Sar.
Antes de ir al hotel comenzamos la visita del Parque Nechi Sar. Este se halla en la ribera oriental de los lagos Abaya y Chamo. En él se pueden encontrar cebras, gacelas, antílopes, babuinos, kudus, etc.





Las pistas del parque suponen la primera dura prueba para los todoterreno y los chóferes.


Tras la visita del parque llegamos al hotel. Se halla sobre una colina en cima del Lago Chamo. Las vistas sobre lago son espectaculares.


También aquí abundan los babuinos y en la parte trasera del hotel, donde están las terrazas de las habitaciones, se puede encontrar bastantes que acuden buscando resto de comida. A veces me quedo por descuido abierta la puerta de la terraza y pienso qué ocurriría si llego a la habitación y me encuentro a uno o varios babuinos dentro.



Al día siguiente, temprano por la mañana, nos dirigimos a realizar una excursión en barca por lago Chamo. Éste se halla al sur del lago Abaya. Mi de 32 km de largo y 13 de ancho. Es famoso por su población de hipopótamos y cocodrilos. Los cocodrilos de este lago se encuentran entre los más grandes de África, pudiendo alcanzar los 8 m de longitud. Impresionaba, dentro de la pequeña barca la que íbamos, verlos pasar por el agua al lado. A mitad de la excursión se llega a una especie de playa en una orilla donde los cocodrilos en encuentran por decenas. Te viene a la cabeza qué ocurriría si los hipopótamos practican uno de sus pasatiempos favoritos: el volcar las barcas. 


Por la tarde vamos a realizar una excursión para conocer a la primera de las tribus que veremos en nuestro viaje: los dorze. Viven en las montañas a unos 40 km de Arba Minch. Se dedican a la fabricación de tejidos y también sacan ganancias del turismo. Sus viviendas son muy típicas, en forma de cabeza de elefante. Las habitan durante 40 años y luego construyen otras. Visitamos su principal población, Chencha, donde ese día se celebra un mercado.








Dejo un enlace a un interesante vídeo sobre el lago:






9 nov 2013

PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Lago Langano

Al día siguiente por la mañana temprano ya están preparados los todoterreno en los que realizaremos en largo viaje hacia el sur. La zona de las tribus del Río Omo está cerca de la frontera con Kenia y Sudán, a casi 1000 km de aquí. Nada más abandonar la capital de camino hacia el lago el paisaje sorprende por su colorido, muy alejado de la imagen que tiene mucha gente al pensar que Etiopía se trata de un país árido y desértico.


La primera parada es para visitar una montaña desde la cual se tiene una magnífica vista, pero nos topamos con el primer percance: recientemente ha habido una riada y se ha llevado el puente por el que teníamos que pasar.



El Lago Langano es el único de Etiopía que está libre de esquistosomiasis, por lo que se utiliza para el baño y los deportes acuáticos. En sus riberas se pueden encontrar gran número de aves, babuinos, monos, etc. Se halla a 200 km al sur de Addis. Tiene 18 km de lago por 16 km de ancho y una profundidad máxima de 46 m.
En los alrededores vive gente que se dedica al pastoreo. Muchos niños acuden corriendo cuando ven llegar los coches y nos muestran sus calificaciones escolares. Lo hacen para pedir bolígrafos y cuadernos, para demostrar que van a la escuela.

 


En este lugar es donde vemos por primera vez babuínos. Estos grandes primates acostumbran a vivir en grandes grupos. Con sus grandes caninos, y dado que acostumbran a vivir en grandes grupos, pueden destrozar a cualquier ser humano  que tenga la desgracia de incordiarles. Afortunadamente no suelen atacar si no se sienten amenazados o provocados.



El día siguiente continuamos el camino hacia Arba Minch, siguiente parada de la ruta. La gente de las poblaciones por donde pasamos se muestra alegre y amigable.






El paisaje sigue sorprendiendo por su verdor.







PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Addis Abeba

Addis, la capital de Etiopía, es una ciudad de 3.300.000 habitantes. Se encuentra a una altitud de 2300 m, la capital más alta de África, lo cual suaviza bastante el clima con respecto a otras mismas ciudades que están en igual latitud. De hecho por las noches refresca bastante. En ella se halla la sede de la Unión Africana. Es diferente a otras muchas ciudades africanas, con índices más elevados de limpieza y seguridad. Uno se sus barrios, Bole, la zona "chick" de Addis, tiene centros comerciales, hamburgueserías, heladerías, spas, gimnasio, etc.
Dedicamos el día a realizar varias visitas, como al Museo Nacional, algunas iglesias (la religión mayoritaria en Etiopía es la cristiana ortodoxa) o el Mercato, el mercado al aire libre más grande de África. El Mercato tenía por aquel entonces muy mala fama respecto a la seguridad y eran muchas las guías que aconsejaba no pisar por allí. Yo, en los tres viajes que realicé a Etiopía he ido varias veces al mercado a comprar y nunca tenido el más mínimo problema, teniendo las lógicas precauciones con los carteristas como ocurre en cualquier lugar muy frecuentado de gente.







También realizamos una visita a las Montañas Entoto. En la carretera de subida es frecuente ver a mujeres con grandes haces de leña a la espalda, estampa que se repetiría en varios lugares más de Etiopía.



Por primera vez pruebo el plato nacional, la injera. Se trata de una especie de gran crepe hecho con harina de teff, un cereal típico de Etiopía. Tiene un sabor ligeramente ácido. Encima del crepe se colocan diversos pisos como pollo con salsa, puré de lentejas o puré de garbanzos. La forma de comer es la siguiente: se corta un trozo del crepe y luego se coge con ese trozo uno de los guisos anteriormente citados. En Etiopía es la comida nacional y en cualquier lugar de comidas que paremos la mayoría de la gente estará comiendo injera.

También hacemos una visita al Havanna Club, el local donde se reúnen los etíopes que han estudiado en Cuba. Es el único lugar de Addis donde se oirá hablar a todo mundo en español. Por lo que me han comentado los amigos que tengo en Etiopía actualmente ya no existe.



PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Comienzo del viaje

Para este primer contacto con el país me decidí por viajar con una agencia de viajes. De momento sólo iba a visitar la mitad sur, un viaje eminentemente étnico a través de la zona inferior del valle del río Omo.  Hasta allí sólo se podía llegar en todoterreno, por lo que me había informado, y alquilar uno para mí sólo resultaba carísimo. En ese momento no sabía que hasta algunas aldeas de esa zona también se podía viajar en la caja de los camiones que algunos días llegaban hasta algunas de los poblados. No sabía que 2 años después viajaría hasta la misma zona así.
La zona de las tribus del río Omo se presentaba como una región muy remota y perdida, a más de 800 km de Addis Abeba, en la que durante los meses de lluvia no se podía acceder a muchas zonas. Llegar allí suponía retroceder muchos años en el tiempo. Las tribus vivían como habían vivido desde hacía cientos de años. De vez en cuando estallaban guerras tribales por robos de ganado, los niños que nacían con alguna deformidad o a los que les salían primero los dientes inferiores (los minguis) eran arrebatados a sus padres y desaparecían para siempre, todos los hombres (y muchas mujeres) iban armados con su fusil a la espalda, las mujeres muráis se deformaban los labios con grandes platillos... Definitivamente no veía muchas posibilidades de viajar en solitario y opté por una agencia. Lo que no me imaginaba entonces es que 2 años más tarde llegaría allí en solitario y pasaría 10 días en un poblado de la tribu hamer.
También había que explicar a la gente que ibas de turismo. La gran mayoría de las personas piensan que ir a Etiopía significa formar parte de una ONG. Cuando dices que vas de turismo la extrañeza es total. ¿De turismo a Etiopía? ¿Qué se puede ver allí si no es miseria y gente muriéndose? Muy pocos son capaces de concebir que se trata de uno de los países más fascinantes de Africa para el turismo, y que aunque hay gente que va en plan ONG también hay muchos que van de turismo. En el año de mi primer viaje (2003) los españoles representaban los segundos por número de turistas, tras los italianos,  y 5000 españoles visitaron Etiopía ese año. En el año de mi último viaje, 2005, los españoles ya eran los primeros. En los 10 días que pasé en Turmi, un poblado hamer, en 2005, el 80% de los que ví pasar por allí eran españoles.
El día de la partida nos reunimos en el aeropuerto los 13 miembros que componíamos el grupo. Por fin se iba a hacer realidad mi deseo de conocer Etiopía. El año anterior, durante mi segundo viaje a Tanzania, el avión había hecho escala en el aeropuerto de Addis tanto a la ida como como a la vuelta. Ahí fué cuando tomé la determinación de que al año siguiente conocería Etiopía. Tras una escala en el aeropuerto de Roma tomamos un moderno avión de Ethiopian Air que seis horas después nos dejó en el aeropuerto de Addis.
La primera sorpresa cuando conocimos al guía que acudió a recibirnos era que hablaba un español impecable. La explicación es que él, como otros 5000 etíopes más, habían estudiado en Cuba. La mayoría eran huérfanos de militares de la guerra del Ogadén, que enfrentó a Etiopía con Somalia en 1977-78. Habían ido de niños a Cuba y allí habían realizado los estudios y la carrera. Ahora, con el auge de los turistas españoles en Etiopía, muchos se habían empeñado como guías de los grupos de turistas.
Otra sorpresa es que el aeropuerto de Addis nada tiene que ver con el del año pasado. Ahora se trata de un nuevo aeropuerto que es el quinto con más movimiento de África. Una vez realizados los trámites aduaneros salimos del aeropuerto con dirección a la capital.

4 nov 2013

PRIMER VIAJE A ETIOPIA: Preparativos

Además de la información que obtuve por internet obtuve una ayuda muy importante el libro "Etiopía, un Rostro con Tres Miradas", escrito por dos españoles que habían realizado varios viajes al país. Me proporcionó una visión muy anplia de su cultura, paisajes y de las tribus que iba a visitar el la parte baja del río Omo. Sus fotos eran impresionantes.
Ya estaba vacunado de la fiebre amarilla por mis anteriores viajes a Africa (el último, el año anterior a Tanzania). Del tétanos también estaba ya vacunado. Tomé las tres cápsulas de que consta la vacuna de la fiebre tifoidea (aunque la mejor protección es tomar precauciones con el agua).
Acudí a Sanidad Exterior para obtener las pastillas para la profilaxis del paludisno, el Lariam. Este medicamento tiene muy mala fama entre los viajeros de los países tropicales por los efectos secundarios que puede producir  (transtornos digestivos, insomnio e incluso alteraciones psiquiátricas), pero yo lo he tomado 8 veces y no he tenido ningún problema. Desde que apareció el Malarone, otro medicamento para la profilaxis de la malaria, el uso de Lariam a disminuído bastante. La diferencia era que de Lariam había que tomar una cápsula a la semana y de Malarone una diaria.
Las pastillas para el paludismo las protejo casi más que el pasaporte o el dinero. Quedarse sin ellas en un lugar como el bajo Río Omo puede ponerte en una situación muy complicada. La incidencia de paludismo es allí muy elevada. La primera vez que estaba en un poblado hamer y oí un disparo no sabía si había sido alguien bajo los efectos del alcohol que había disparado su arma o si se debía a algún ataque de los dassanech, una tribu enemiga de los hamer y que por aquella época habían realizado varios actos de sabotaje en el poblado hamer donde me encontraba. Al final me sacaron de dudas: cada vez que fallece alguien en una aldea hamer sus familiares realizan disparos al aire. Pues bien, en mis estancias en esos poblados varias veces oí disparos por muertes de personas, casi todos debidos a paludismo.
Repelente de insectos llevaba pero en la práctica lo usé cada vez menos. En contra de lo que se pueda pensar me han picado mucho más los mosquitos en España que en mis viajes a Africa. Circular por las pistas de la región sur del río Omo supone muchas horas de tragar y tragar polvo, por muy bien que se cierren las ventanillas. La mezcla del repelente de insectos, sudor y polvo, añadido a que había días que era imposible ducharse, creaban una amalgama tan incómoda que hacía poco atrayente el aplicarse la loción anti-insectos a menudo, y más si las picaduras que se producen son mucho menores de lo que nos imaginamos.
Otras enfermedades eran más difíciles de prevenir, como el dengue, transmitido por la picadura de un mosquito y para el que no existe vacuna. La única profilaxis es prevenir la picadura y tengo comprobado que por mucho repelente que te eches al final siempre te acaba picando alguno.
El único percance que he tenido en alguno de los viajes a países tropicales se produjo tras la vuelta de mi segundo viaje a Etiopía. En la planta del pié tenía una vesícula con un punto negro en el centro que yo achaqué a algo que me habría clavado. Como el tiempo pasaba y no desaparecía acudí a que me la extrajeran y tras hacer la incisión aparecieron una especie pajitas amarillas que enseguida averigüé de que se trataba. Se me había incrustado en la planta del pié una nigua, que es una pulga que vive en la tierra de regiones tropicales y tienen las costumbre de incrustarse debajo de la piel para posteriormente desarrollar larvas que darán lugar a nuevas pulgas. Yo tuve suerte de atajarlo cuando estaba iniciando el proceso y no dió lugar a mayores consecuencias. El mayor peligro son las posibilidades de infecciones serias en el lugar de la picadura. En fin, gajes del oficio.
En la zona del bajo Omo no había ningún tipo de cobertura telefónica la primera vez que la visité. Al año siguiente pusieron en Turmi, la principal aldea de los hamer, una antena parabólica y ya se podía llamar por teléfono vía satélite. Pero en todo el resto del Omo, desde Turmi hasta Jinka, la ausencia de cobertura es total. Los todoterreno tampoco llevaban radio. Por eso en mi segundo viaje adquirí un teléfono satélite. Uno de mis mayores temores era sufrir un ataque de apendicitis mientras que estaba allí. Con él teléfono satélite se acababan los problemas de cobertura. Lo que ocurre es que más que nada era un consuelo psicológico, pues desde que diera el aviso de que fueran a por mí un 4x4 tardaría 2 o 3 días en llegar a por mí y otros 2 o 3 en llevarme de vuelta hasta un hospital donde pudiera ser operado con unas mínimas garantías, en Addis.
Por último un poco antes del comienzo del viaje tuve la suerte ver por televisión varios documentales que emitieron del aventurero sudafricano Kingsley Holgate en un viaje que hizo por el norte de Kenia, el Lago Turkana y el sur del río Omo, en Etiopía. Había intentado visitar un poblado de la tribu dassanech, una de las que yo visitaría, y le habían echado con cajas destempladas fusil en mano. Ya me iba haciendo una idea de las tribus que iba a visitar. Visité a los dassanech en dos de los viajes que hice a Etiopía. No tuve problemas, pero su fama de bravos guerreros quedó de manifiesto cuando en 2011 varios dassanech cruzaron la frontera y se internaron en Kenia para atacar una aldea de los turkana con el fin de robar ganado, causando casi 50 muertos, la mayoría mujeres y niños.
Desde luego presentía que ene este viaje iba a conocer zonas y modos de vida muy diferentes a otros de los que había hecho a Africa.

3 nov 2013

ETIOPÍA: Datos generales

-Extensión: 1 127 127 km²

-Población84 320 987 hab

-Más de 80 grupos étnicos diferentes, cada uno con su propia lengua. Los principales son

amaras, oromo, tigray, somalíes...

-Producto principal de cultivo: café

-42,7% de la población alfabetizada (50% hombres, 35% mujeres).

-Religión: cristianos (principalmente ortodoxos) 62%, musulmanes 33%, animistas 5%.

-País dotado de una amplia y antiquísima cultura.

-Nunca estuvo colonizado. En 1935 fué ocupado durante algunos años por las tropas 

italianas.

-Capital: Addis Abeba (3 400 000 hab.), situada a 2300 m de altitud (la ciudad más alta de 

Africa).

-En sus paisajes se pueden encontrar desiertos, sabana, selva y montañas, con picos de 

casi 5000 m de altitud.


Dejo un enlace a un interesante vídeo que ofrece una imagen general del país.
http://www.youtube.com/watch?v=adxmXmv66JM&list=PLbVuX-tBHNaaC1BO9DgfWe-KR7q6Rqxxv&index=14

VIAJES REALIZADOS A ETIOPIA

La primera vez que visite el país fué en el año 2003.  Aunque ya tenía experiencia en viajes a África (había realizado cinco viajes anteriormente al continente africano) dada la región tan remota a la que quería dirigirme opté por ir en un viaje con una agencia. El objetivo principal del viaje era visitar las tribus del río Omo, una zona muy remota situada en el extremo suroeste de Etiopía, cerca de la frontera con Sudán y Kenia. Por lo que me había informado antes esa era una zona muy poco visitada hasta entonces por el turismo, con unos 20 grupos étnicos diferentes enfrentados continuamente unos con otros y donde esporádicamente surgían escaramuzas debidas sobretodo al robo de ganado que acababan en guerra abierta en más de una ocasión. En el año 2005, en mi último viaje a Etiopía, una incursión de miembros de la tribu botana, la cual yo había visitado en mi primer viaje, sobre un poblado galla, históricos enemigos de los botana, produjo más de 80 muertos, la mayoría mujeres y niños. En el año 2010 se volvió a repetir otro ataque de los botana sobre los galla, causando 45 muertos. En el año 2011 miembros de la tribu geleb, otra de las que había visitado en mis viajes, cruzaron la frontera con Kenia y atacaron un poblado de los turkana, causando 45 muertos.
También había leído que en varias de las tribus a los niños que les crecen antes los dientes inferiores les consideran minguis, seres que traerán las desgracias y la muerte al poblado, y que aunque los padres traten de impedirlo un día llegarán los ancianos de la tribu y arrebatarán al niño a sus padres para no volverlo a ver jamás.
Igualmente que la tribu hamer un hombre no pasará de la pubertad a la madurez hasta que no complete la ceremonia del salto del toro, teniendo que pasar varias veces sobre el lomo de las vacas puestas en fila. Si se cae será considerado símbolo de mala suerte.
Y también que las mujeres hamer lucen en la espalda varias cicatrices producidas por los latigazos que reciben de los hombres en la ceremonia del salto del toro y que por increíble que parezca son ellas las que piden que les azoten, pues cuantas más cicatrices luzcan en la espalda más motivo de orgullo es.
Desde luego lo que me iba a encontrar era algo que no había visto hasta entonces en ninguno de mis viajes africanos. Llegar a la región del río Omo parecía ir al fin del mundo y suponía retroceder varios cientos de años en el tiempo. Lo que no me imaginaba en mi primer viaje es que dos años después llegaría yo solo a la zona del río Omo buscándome la vida como buenamente pude, viajando encima de sacos de pienso en camiones.
En mi segundo viaje, en el año 2004, ya fui solo. Me gustó tanto la experiencia del río Omo que volví a repetir y para ello me junte con otras tres personas y compartimos los gastos de un todoterreno para llegar a la zona. Más tarde visité el Lago Tana y la ciudad de Bahar Dar.
En el tercer viaje, en 2005, hice todo el recorrido completamente solo. Llegué a la región del río Omo viajando en camiones de transporte, una veces encima de sacos de pienso y otras veces junto con los miembros de las tribus que iban a los mercados. Pasé 10 días en Turmi, el principal poblado de la tribu hamer, visitando poblados de los alrededores y tuve la suerte de ver por primera vez la ceremonia del salto del toro. También en ese viaje visite la ciudad de Harar, la principal ciudad musulmana de Etiopía. Este viaje coincidió con un momento muy delicado políticamente en el país debido a las revueltas existentes contra el gobierno. Desde el primer momento que llegué la tensión se palpaba en el ambiente. El día en el que abandoné el país se produjeron 15 muertos en la capital por enfrentamientos con la policía. Al día siguiente los muertos fueron 45 y la capital se paralizó. Turistas que había conocido allí me informaron después que tuvieron que abandonar el país urgentemente sin haber podido completar su viaje.

2 nov 2013

VIAJES A ETIOPIA: Introducción

Para la mayoría de la gente el nombre de Etiopía evoca imágenes de un país desértico, enormemente pobre, con gente muriéndose en las calles, niños esqueléticos y al cual sólo se viaja si se es misionero o se pertenece a una ONG. Mucha culpa de esto la tienen los medios de comunicación, que sólo informan de él cuando ha habido grandes catástrofes y hambrunas, como la terrible de 1985.
Etiopía tiene zonas desérticas, como la región de Tigray, el Ogadén o el Desierto del Danakil, el más caluroso del planeta; pero incluso este último tiene zonas de una belleza espectacular.
Pobreza también hay, y en particular en la capital, Addis Abeba, al ser el lugar donde primero llegan los turistas, la concentración de mendigos, leprosos, personas deformes, etc; se presenta en un número sin igual a otras zonas del país. Pero no es mayor que la que he encontrado en otras muchas ciudades de Africa o Asia.
Afortunadamente los años de las terribles hambrunas ya pasaron y yo no ví niños esqueléticos muriéndose de hambre en ningún lugar de los que visité. eso no quiere decir que haya zonas que estén malnutridos, pues la alimentación la basan sólo en mijo y poco más, presentado carencias vitamínicas.
Golfos y personajes dispuestos a desplumar a cualquier incauto que se deje los encuentras como en muchos países en los que el desempleo entre los jóvenes es de tal magnitud que la única forma de poder llevarse algo a la boca al final del día es robando o tratando de desplumar a cualquier incauto turista con la cartera repleta de dólares.
En contraste con todo esto Addis, la capital, tiene un aspecto mucho más occidental y cuidado que otras muchas ciudades africanas. La zona de Bole, el barrio "pijo" de Addis cuenta con variedad de restaurantes estilo occidental, grandes almacenes, heladerías, cafés, spas, supermercados, etc.
Además de zonas desérticas posee cadenas montañosas, como las montañas Bale y Simien, donde nieva en invierno. La zona central es bastante húmeda y muy verde. Viendo las fotos cualquiera podría decir que nos encontramos en cualquier rincón de Asturias o Galicia.
En el plano étnico, pocos países habré en el mundo con tanta variedad de grupos étnicos. Hay 82, cada uno con su lengua diferente.
En las ciudades nos podemos encontrar, como en cualquier ciudad de otro país, los típicos carteristas, descuidemos y timadores; pero en las zonas rurales la población es abierta y acogedora. Etiopía es el único país africano que nunca fué colonizado. En 1935 resultó invadido durante algunos años por Italia, que nunca pudo doblegar a los etíopes. Esto para ellos es un orgullo y debido a esto mismo la población no ve a los extranjeros con resentimiento, pues no los considera invasores o explotadores.
Entre los contrastes de este país nos encontramos con unas líneas aéreas, Ethiopian Air, consideradas entre las mejores de Africa. He volado 8 veces con Ethiopian desde Europa a Africa y viceversa, y varias veces  en vuelos interiores en Etiopía y tengo que decir que varias aerolíneas europeas y españolas ya quisieran tener los modernos Airbus en los que viajé con Ethiopian.
En cuanto a sus habitantes, siempre que alguien me pregunta que en qué país de los que he visitado he encontrado las mujeres más bellas digo sin pensarlo que en Etiopía. Da igual del grupo étnico que sean; la belleza de las etíopes es algo que llama la atención al que visita el país por primera vez. Incluso las mujeres mursis o las surmas, con los labios deformados por los platillos que les introducen desde niñas, son muy bellas antes de realizar esta operación. De hecho, una de las teorías que existen sobre el motivo de llevar el plato en los labios es que lo hacían para afearlas y evitar que las secuestraran los traficantes de esclavos.
Dicho todo esto tengo que advertir que el viaje a Etiopía no es precisamente un viaje de placer a un paraíso tropical. Si se piensa recorrer el sur, la zona de las tribus del Río Omo, hay que estar preparado para jornadas agotadoras en todoterreno por pistas infernales en gran parte del viaje, acabando la jornada con la ropa y la cara de color amarillo por el polvo que se ha adherido, sin poderse duchar algunos días, bebiendo agua o refrescos calientes, comiendo a base de espaguetis un día tras otro y en las horas centrales del día con el sol cayendo a plomo sobre la piel con el mismo efecto que si tuviéramos encima una lupa gigante. A todo esto hay que añadir el estar luchando continuamente con el típico listillo que intenta timarte a cada paso, el moscón que se te pega en cuanto llegas a cualquier lugar en cuanto llegas y no sólo no te le puedes quitar de encima, sino que encima te pide dinero al final por no haber hecho nada, simplemente ir de velón a tu lado. Todo esto es común a la mayoría de los países africanos. Si a lo anterior agregamos que en las principales ciudades, sobretodo en Addis, encontraremos muchas de las miserias de la vida como mendigos, leprosos, personas con deformidades nunca imaginadas, etc; se comprende que el viaje no sea precisamente un periplo de placer. 
Para mí es mayor el desgaste psicológico que el físico, pues el calor húmedo, los mosquitos (muchos menos de los que la gente piensa), las incomodidades del alojamiento o la comida monótona son algo mínimo en comparación con el desgaste mental que se sufre. Es tal la cantidad de sensaciones diferentes que se reciben a diario que par muchos puede resultar agotador, incluso si ya se ha viajado a Africa anteriormente. El estar luchando en las ciudades con los golfos que intentan timarte continuamente; el encontrarte, en las tribus del sur, con hombres y mujeres cuya estatura media es de 1,80 m, armados todos con un fusil kalashnikov y en muchos casos borrachos como cubas; el comprar a un niño de una tribu unas sandalias para que no ande descalzo y ver que al día siguiente sigue descalzo porque el padre o el hermano las han vendido; el encontrar a guerreros de una tribu con cinco escarificaciones en el cuerpo por haber matado a otros tantos enemigos de otra tribu; el que otro guerrero de la tribu karo te muestre orgulloso la cicatriz de un balazo que le atravesó el cuerpo, disparado por otros guerreros mursis que afortunadamente no le mató; el que un conductor del todoterreno te diga que por la zona que estamos atravesando el mes anterior los shiftas (bandidos somalíes) asaltaron a otro vehículo de turistas y les dejaron con lo puesto (teniendo la infinita suerte de que no les secuestrasen); todo esto forma un conglomerado que para muchas personas resulta bastante agotador y les hace borrar este destino para siempre de los viajes que volverán a realizar.
Sin embargo también somos muchos los que poniendo los pros y los contras en una balanza nos quedamos con los pros y nos engancha, pues en muy pocos destinos viviremos tantas sensaciones como en Etiopía. En mi caso he realizado tres viajes y no serán los únicos.
Desde luego yo no recomendaría comenzar la visita a Africa por aquí, sino que se tenga alguna experiencia previa en viajes africanos, sobretodo si se piensa visitar el sur. Y también a que previamente se cambie el chip y se cambie la forma de pensar que tenemos en nuestra civilización occidental. Esto es válido para todo el continente africano. Africa tiene su propio ritmo y no lo vamos nosotros a cambiar. La hora de salida de un autobús es algo aproximado. Si te dicen a las 10 puede ser que salga las 11, a las 12, a la 1, al día siguiente, que no salga o que salga solo cuando se han cubierto todas las plazas. Fuera de las grandes ciudades te puedes olvidar del agua caliente los hoteles. Las duchas a veces funcionan y a veces no. Cualquier transporte puede detenerse de repente en un pueblo varias horas sin saber muy bien por qué. En muchos hoteles más vale no mirar debajo de la cama para no ver la fauna con la que compartirás habitación. África es así nos guste o no. Mucha gente la visita y, influída por lo que ha visto los folletos turísticos o en las películas, se piensan que van a un paraíso tropical, con paisajes increíbles, espectaculares puestas de sol y animales salvajes por doquier, lo cual es cierto; pero en África también las miserias de la vida se manifiestan con toda su crudeza. Mucha gente la visita por primera vez y no quiere volver a saber nada de esos viajes, pero a otros nos engancha y repetimos muchas veces (en mi caso 9 viajes). 
Y digo lo de cambiar el chip porque no hay nada que más me saque de quicio que ver a un turista chillando en la recepción del hotel porque no tiene agua caliente, o gritando a un taxista porque se ha retrasado en la hora que ha quedado en pasar a recogerle por el hotel. Desde luego esa gente se ha confundido de viaje y de continente. 
Muy diferente es la visión que tendrá alguien que vaya en viaje organizado a realizar un safari fotográfico, alojándose en los lodges con todo tipo de comodidades. Pienso que su visión de África resultará incompleta.
Y dicho todo esto cualquiera, con el necesario cambio de chip, podrá realizar un viaje como los que yo realicé por este fantástico país. No hace falta ser Indiana Jones ni un aventurero nato para embarcarse en una aventura así. Sólo hace falta fuerza de voluntad y ganas de aventura.
En estos viajes vamos a retroceder muchos cientos de años en el tiempo, pues conoceremos a tribus que viven igual que vivían hace mucho tiempo. Pero va a merecer la pena porque en pocos lugares tendremos sensaciones como aquí.






















En los viajes que hice Etiopía no llevaba videocámara. Pienso que hay momentos que por muy bien que se intenten transmitir es imposible captarlos si no es mediante imágenes grabadas en video. Por eso en varias entradas añadiré vídeos extraídos de YouTube.

En primer lugar veremos un vídeo sobre el país