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19 nov 2013

PRIMER VIAJE ETIOPÍA: Tribu Konso

A partir de Arba Minch se acaba el asfalto y de ahora en adelante todo serán pistas. En adelante recorreremos casi 1000 km a través de pistas por la zona sur de Etiopía. Algunas están en mejores condiciones, pero en general supondrán una dura prueba para los todoterreno y para la pericia de los chóferes. En algunos tramos se convierten en un auténtico infierno.
Antes de abandonar el hotel un grupo de chiquillos acude a despedirnos con el típico grito de "iu, iu, iu". Esto es muy común en todo el país, al ir pasando por los poblados los niños salen acuden corriendo hacia los coches donde van los turista gritando el típico "iu, iu, iu". También es muy frecuente entre los más mayores que cuando vean a algún extranjero griten "faranji", es decir, "extranjero" en amárico.


Comienza el recorrido por pista que nos llevará hasta el pueblo de Konso, el principal de los diversos poblados de la tribu del mismo nombre. Está en una zona montañosa. Por el camino nos vamos encontrando con los primeros miembros de la tribu konso.




Por fin llegamos al poblado de Konso, un conjunto de calles de tierra y algunos hoteles. La calidad de los mismos han empeorado considerablemente con respecto a los que hemos tenido hasta ahora, pero es que no hay nada más. Echo el saco-sábana encima de la cama, la cual ni siquiera llegó a abrir para no ver cómo estarán las sábanas. El cuarto de baño hace que no recibe una limpieza a fondo ni se sabe. Encima del lavabo si alguna vez hubo algún espejo ha desaparecido hace tiempo. En cuanto la ducha solo hay agua fría (cosa de lo más común cuando viajas por zonas rurales en África) y la alcachofa también ha desaparecido. Cualquiera que haya realizado viajes a través de África sabrá de lo que hablo. Debajo de la cama tengo por costumbre no mirar. Este es mi sexto viaje a África y la experiencia me ha enseñado que es mejor no mirar debajo de las camas para no ver a la fauna con la que tendrás que compartir la noche. En cuanto a las picaduras de pulga, no hay que tener tanta obsesión como la gente piensa en los viajes a Etiopía, pero es cierto que más de la mañana te levantas con unas cuantas picaduras.
Konso es la capital de la zona suroeste de Etiopía. Se halla a una altitud de 1650 m. Tiene unos 5000 habitantes, una estación de servicio y la electricidad es producida por un generador. 
La tarde la vamos a dedicar a visitar poblados de los alrededores. 
Los miembros de la tribu konso son principalmente agricultores. También tiene una merecida fama como artesanos: carpinteros, herreros, alfareros, etc. Como viven en una zona montañosa los cultivos se establecen en terrazas. Los poblados están rodeados de altos muros con comisión defensiva. Es muy típico en ellos el levantar unas esculturas de madera, los waga, en honor a las personas fallecidas. Es sorprendente ver a las mujeres, incluyendo niñas muy pequeñas, portando grandes haces de leña a la espalda. Desde muy pequeños aprenden que la vida es muy dura para ellas.
Los konso son pacíficos. No tienen hostilidades con tribus vecinas, como las que encontraremos más tarde en la zona del bajo Omo. Beben una especie de cerveza de color verde. Es muy raro ver a un adulto con un fusil a la espalda, cosa que es norma en las tribus que vamos a visitar posteriormente. Su número asciende a unas 300.000 personas repartidas en los 50 poblados
Una cosa que me sorprendió bastante en el pueblo de Konso es ver pasar a un grupo de personas que lleva sobre los hombros una camilla. Encima va un cuerpo completamente envuelto en vendas, como una momia. Se trata de alguien que ha fallecido la llevan a enterrar. Pero la visión de un cuerpo envuelto en vendas encima de una camilla sin cubrir impresiona bastante. En los posteriores viajes que hice Etiopía volví a ver esta escena más veces. La vida es muy dura aquí; el paludismo hace estragos. La esperanza de vida no llega 50 años. En las tribus que vamos a visitar en los días siguientes al paludismo hay que unir la fiebre amarilla, conflictos bélicos entre tribus, y muchas más enfermedades que en nuestro entorno se solucionarían con una simple intervención quirúrgica. Un ataque de apendicitis en la zona del bajo Omo supone un pasaporte para abandonar esta vida. Yo también soy muy consciente de que si en cualquiera de los tres viajes que he realizado por la zona hubiera sufrido algo que no es nada raro aquí, como un ataque de apendicitis, tendría muchísimas posibilidades de abandonar este mundo, pues incluso aunque hubiera podido avisar a través del teléfono satélite que llevé en el segundo y tercer viajes, hubiera tardado un mínimo de cinco días en llegar a un hospital donde poder realizar una intervención quirúrgica en condiciones aceptables. Del mismo modo las pastillas para  la prevención del paludismo aquí hay que cuidarlas tanto o más que el pasaporte o la cartera. La pérdida o desaparición de tales pastillas supondría exponerse a una situación muy arriesgada. Como tendría portabilidad de ver en los días siguientes y en los posteriores viajes que realicé a la zona la mortalidad por paludismo en los poblados del río Omo es muy elevada.





Dejo un enlace a un video de YouTube sobre la tribu konso




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