Tras un par de días en Pekín me dirijo de nuevo a la estación Oeste, la misma en la que tomé el tren al Tíbet, para realizar el viaje hasta Guilin. Esta vez he aprendido del viaje en tren a Lhasa y ya no he comprado comida para el trayecto. Comeré en el vagón restaurante o la compraré a uno de los carritos con comida que el personal del tren ofrece continuamente.
A las nueve de la mañana tiene señalada la salida mi tren. En China los horarios se cumplen con puntualidad germánica. Dos años después por llegar 5 minutos tarde a la estación perdí un tren en Xian.
Llegaremos a Guilin a las 5 de la tarde del día siguiente tras recorrer 2135 km.
En el compartimento coincido con una familia china compuesta por un matrimonio de mediana edad, su hijo pequeño y otro amigo suyo joven. El marido chapurrea algo de inglés y enseguida entabla conversación. Me cuenta que son profesores de universidad y van a Guilin con otros compañeros a un congreso. Él y su mujer son encantadores. Cada vez que va a comprar una cerveza me trae otra para mí, cuando compran algo para comer también me compran algo a mí, etc.
A la hora de comer me dirijo al vagón restaurante pero para sorpresa mía aquí no es como en el tren del Tíbet, donde la carta estaba escrita también en inglés; en ésta todo está en chino y además no hay ninguna foto que acompañe a cada plato. Soy el único occidental en el restaurante y cuando ven la cara que pongo al mirar la carta los chinos me miran con curiosidad. Pero siempre hay alguien dispuesto a ayudar y sin decir yo nada un chino de los que observaban viene a mi mesa y me traduce al inglés cada plato. Para la cena lo que hago es otro método que se emplea en China cuando la carta sólo está escrita en chino: darse una vuelta por el restaurante para ver lo que comen otras personas y señalar aquellos platos que mejor impresión nos dan. En otros viajes en tren por China también he comprado la comida que continuamente pasa el personal del tren en carritos. De primero suele ser arroz blanco y de segundo una carne en salsa o pescado.
Por fin llegamos a Guilin por la tarde del día siguiente y tras despedirme de mis amigos de compartimento me dirijo a mi hotel, un edificio grande y moderno muy cerca de la estación y a orillas de uno de los ríos que atraviesan esta ciudad.. La temperatura y la humedad han aumentado con respecto a Pekín. Se nota que estamos mucho más al sur.
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