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8 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Xian

El  día de mi viaje a Xian tengo que madrugar bastante, ya que el avión sale a las siete de la mañana. A las 4:30 abandono el hotel en un taxi en dirección al aeropuerto ya que a esa hora aún no funciona el tren. Xian se encuentra a 1200 km al suroeste de Pekín. La visité por primera vez en mi primer viaje a China, en 1999. Tiene más de 3.000.000 de habitantes, aunque es conocida sobretodo por los el Ejército de los Guerreros de Terracota también posee otros monumentos que luego contaré.
Desde el aeropuerto cojo un autobús que me lleva al centro de la ciudad, en las misma plaza donde está la Torre de la Campana. Un corto paseo de 5 minutos me lleva hasta el hotel que ya tenía reservado.Dedico el resto del día a visitar los lugares que ya conocí en 1999, entre ellos la Torre de la Campana.


La Torre del Tambor.




La Muralla, la Gran Mezquita y el Barrio Musulmán. En Xian existe una gran comunidad musulmana. Es la ciudad donde acababa la antigua Ruta de la Seda. Aquí va a comenzar mi viaje por esta ruta. A medida que me desplace hacia el oeste de China la proporción de musulmanes irá en aumento, siendo mayoría en el Xinjiang.
Es muy agradable pasear por el barrio musulmán. Existen restaurantes por todos lados. Algunas mujeres llevan la cabeza y la frente cubiertas con un pañuelo. En Kashgar, a más de 3000 km de aquí, última etapa de mi viaje por la Ruta de la Seda, hay mujeres que llevan roda la cabeza (hasta los ojos) totalmente cubierta. El Barrio Musulmán es un lugar muy visitado por los turistas. Hay un gran bullerío.






Observo con horror, dado el mal gusto por la estética que tienen a veces los chinos, que en frente de la Torre de la Campana se ha construído un moderno centro comercial con una cascada que cae por la fachada. No existía en 1999.


       Al volver al hotel por la noche la vista de la Torre del Tambor iluminada es espléndida.

                                       

                                         

Al día siguiente tengo que coger el tren has la siguiente etapa del viaje, Dunhuang, a 1734 km de aquí. Partiré a las 9 de la mañana de Xian y 24 h después llegaré a Dunhuang. Así que tomo un taxi al salir del hotel y, debido a un error que tuve al leer el plano para ver dónde se encontraba la estación, me voy en la dirección opuesta. Lo tendría que haber cogido en la acera de en frente. Ahora tendrá que dar la vuelta, con un atasco impresionante, y tardará una hora en llegar justo en frente de donde lo tomé. Conclusión: llego 5 minutos tarde a las estación y, dada la  rigurosa puntualidad de los ferrocarriles chinos, pierdo el tren por 5 minutos. No hay ni una plaza en los que van a pasar después.
La noche del día siguiente necesito estar en Dunhuang, pues ya he reservado el hotel, al igual que el resto del viaje, y si me retraso un día me rompe todos los esquemas. 
Decido irme rápido al aeropuerto en el bus. Allí intento conseguir un billete de avión. Primer problema: dar con alguien que chapurree algo de inglés, difícil en China pues la mayoría de la población sólo habla chino. Por fin consigo una empleada que habla algo de inglés. Para ese día no hay billetes y sí para primera hora del día siguiente. Al llegar la hora de pagar algo no me cuadra. Ya es mi tercer viaje en China y más o menos estoy algo puesto en los precios. Para esa distancia me parece muy caro el billete. Vuelvo a preguntar el precio y me lo confirman. Por si acaso les enseño un mapa de China y señalo Dunhuang. La chica del mostrador me mira asombrada y me dice que no. Me señala otra ciudad que se pronuncia muy parecida, pero que está a 3000 km al este de la que yo quiero ir. Podría haber acabado allí y ya sí que me viaje se hubiera trastocado por completo.  Desde entonces, en vez de tratar pronunciar los nombres de los lugares al comprar un billete, decido escribirlo en chino o señalarlo en un mapa. La pronunciación china es muy difícil. Una misma palabra puede tener hasta 5 entonaciones y significar cosas diferentes.
No deseo arriesgarme a perder el día siguiente el vuelo y me quedo en el único hotel del aeropuerto, un edifico gigantesco. Paso el día viendo películas que llevaba en la tablet.




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