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24 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Lago del Cielo


Por la mañana temprano vuelvo al Parque del Pueblo, pues es el lugar de donde parte la excursión con destino al Lago Tianchi, o Lago del Cielo. Soy el único occidental en un autobús donde todos son chinos. La guía sólo habla en chino, con lo que ni hay que decir que no me entero de nada. El lago se encuentra a poco más de 100 km de Urumqi y tardaremos unas tres horas, parada para el desayuno incluída. 
Por fin llegamos al apartamento del lago. Aquí se quedan los autobuses, se compra el ticket de entrada, y se cogen minibús que sube hasta lago. Para enterarme de la ora del regreso le muestro a la guía el reloj y le digo que me lo señale, pues lo ha dicho para todo el mundo en chino y yo no me he enterado de nada. Por fin, tras sacar el ticket en taquilla, cojo un autobús que me subirá hasta lago. La carretera tiene fuerte desnivel, realizando abundantes zetas. Cuando llegamos a la parada superior un corto ascenso a pié nos deja en el lago.
El espectáculo es impresionante. Las aguas del lago son de un color azul turquesa. Al fondo, elevadas montañas de más de 5000 m con nieves perpetuas cierran el paisaje. Hay barcos para dar un paseo por el lado. También en los alrededores se encuentran tiendas de kazajos para quien desee pasar la noche allí. Vuelvo a encontrar al grupo que está realizando la Ruta de la Seda en camión. Desde aquí se dirigirán a Kashgar para ver el mercado de ganados y luego continuarán hacia Kirguistán. Será aquí la última vez que los vea.



La parada superior de los minibuses está llena de puestos de comida al aire libre. Hay unas empanadillas de carne de oveja que me gustan mucho. También los típicos kebabs de carne de cordero. Tras pasar unas cuantas horas aquí tomo de nuevo el minibús para regresar a la parada inferior de autobuses. Y allí se produce un problema inesperado: cuando llegamos por la mañana no había ningún autobús más en el aparcamiento. Ahora debe de haber como 50 más y todos son exactamente iguales. No consigo localizar el mío. Cuando se va acercando la hora en la que debemos de partir hacia Urumqi empiezo a pensar que tal vez tenga que regresar en taxi. Por fin en el último momento veo a lo lejos a la guía. Salvado in extremis.
Regresamos a Urumqi al atardecer. Por la mañana temprano tengo que coger el avión a Kashgar. Sigo sin saber cómo está la situación allí pues no he podido conectarme a internet desde hace días. Confío en que todo vaya bien. Hasta este momento no he tenido el más mínimo problema.

17 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Urumqi

Al regresar de la excursión por los alrededores de Turpán me dirijo a la estación de autobuses para comprar un billete a Urumqi el día siguiente. La taquillera me atiende en un perfecto inglés. Paradojas de China; donde menos te lo esperas aparece alguien que habla un inglés impecable. Temprano, el siguiente día, tomo el autobús a Urumqi, la capital del Xinjiang, a 161 km de distancia. La revisora es una uigur con cara de sargenta. El billete está escrito en chino y en uigur y no me entero de nada. Subo de los últimos y me siento en uno de los dos sitios que queda libre. La uigur con cara de sargenta pasa poco después controlando los billetes y le entrego despreocupadamente el mío. Enseguida noto unos toque en el hombro y por la cara y la forma de hablar de la revisora intuyo que me está echando un rapapolvo por sentarme donde no debo. Me señala con el dedo hacia el otro sitio que quedaba libre al final y, en un lenguaje que aunque no entienda nada me parece una orden, me manda irme allá. Obedezco sin rechistar.
El viaje dura unas dos horas. En el vídeo del autobús van proyectando danzas y canciones uigures. Soy el único occidental del pasaje pero viajo como uno más; nadie parece reparar en mí. En cuanto al paisaje, al comienzo es el mismo desierto que rodea Turpán. Paulatinamente la carretera se va elevando para abandonar la Depresión de Turpán. A lo lejos, hacia el norte, se ven montañas muy altas con nieves perpetuas. Este es el paisaje de contrastes típico del Xinjiang: montañas nevadas y desiertos. Igual ocurre con el clima. En la mayoría de las ciudades las temperaturas son muy elevadas en verano, con 40 grados de máxima e incluso más de 50 en la zona de Turpán, y en invierno pueden descender en esos mismos lugares a 15 grados bajo cero con fuertes nevadas. Antes de llegar a Urumqi que el paisaje va cambiando y el color verde y comienza ser predominante. 
Por fin llegamos a la capital del Xinjiang, Urumqi. Se trata de una ciudad moderna, de casi 2 millones de habitantes. Se ven rascacielos por todas partes. Al igual que ocurre en otras ciudades chinas podría parecer cualquier ciudad de Estados Unidos. No me la imaginaba tan desarrollada económicamente. Hace años encontraron los alrededores yacimientos de petróleo y desde entonces el crecimiento económico ha sido imparable. Su aeropuerto es uno de los mayores de Asia central. La población, hasta hace poco tiempo de mayoría uigur, ha pasado ser predominantemente han ante la gran inmigración de otras partes de China. Esto da lugar periódicamente a enfrentamientos étnicos. En 2009 se produjeron casi 200 muertos y más de 1000 heridos. Como curiosidad figura en el libro Guinness de los récords como la ciudad más alejada del mar, concretamente a 2500 km de distancia.
Tras dejar la estación de autobuses me pongo a buscar un taxi que me lleve al hotel. He tomado la precaución de anotar el nombre además de en chino en uigur, pues hay que taxistas que no hablan chino, sólo uigur. Paro al primer taxi, le muestro la dirección y me dice que no. Con el segundo y el tercer taxista tengo la misma suerte. Es uno de los misterios de los viajes a China: hay taxistas que se niegan a ir a una dirección sin saber muy bien por qué. Y no es porque esté cerca, pues en este caso y en otros la distancia es muy larga. Cuando me estoy haciendo a la idea de que me va tocar ir al hotel arrastrando el equipaje por fin para un taxista que acepta llevarme.
Esperaba ver más presencia policial en las calles, pero la verdad es que es casi inexistente. En puntos determinados de la ciudad se encuentran fuerzas especiales de la policía china, los llamados "Leopardos de las Nieves". Se desplegaron por el Xinjiang tras un atentado suicida que hubo en 2010 en Aksu.
Por fin llego al hotel y se trata de un edificio gigantesco, muy moderno, de casi 40 plantas. Mi habitación sea halla por encima de la planta 30. Dos de las paredes son completamente de cristal desde el suelo hasta el techo y las vistas de las que disfruto son inolvidables, no sólo de la ciudad sino de las montañas nevadas de los alrededores. Por la noche, con la ciudad iluminada, tengo la impresión de hallarme en Nueva York.
Salgo a dar una vuelta y me dirijo hacia el parque principal, el Parque del Pueblo. Casualmente descubro que allí se halla la taquilla de los autobuses que van hasta el Lago del Cielo y adquiero un billete para el día siguiente. El parque me recuerda mucho a Central Park de Nueva York, rodeado de alto rascacielos. Y como ocurre con todos los parques de China es un continuo espectáculo de gente practicando tai-chi, haciendo ejercicio, bailando danzas, etcétera.






                                             
Me encuentro a un primer grupo de chinos han practicando danzas típicas 



Más adelante hay una uigur (eso me parece a mí) interpretando otro baile típico



Sigo con mi recorrido y encuentro a otro grupo más numeroso uigur en el que también hay algunos chinos han


Por ultimo, al final del parque, otro grupo de uigures y han bailan una danza uigur




Me cuesta entender que esta gente que ahora bailan juntos hace dos años estuvieran apuñalándose por las calles.
Al igual que concurre todos los parques chinos todos estos espectáculos son gratis. Nadie pasa pidiendo dinero al final y a nadie le molesta que les saques fotos o les grabes. 
De vuelta al hotel aprovecho para comprar el pan típico del Xinjiang, llamado "nang". Tiene muy poca miga, y lo están haciendo continuamente por la calle.  Recién sacado del horno, caliente, está muy rico.


Por fin en el hotel disfruto de la vista de la ciudad iluminada por la noche. Como ya dije, tengo la impresión de encontrarme en el mismísimo Nueva York.





                                                         

12 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Alrededores de Turpán

Por la mañana temprano una furgoneta pasa a recogerme por la puerta del hotel para hacer la excursión para realizar una excursión por los alrededores de Turpán, que es lo verdaderamente interesante. Además de mí viaja un matrimonio de chinos, un turista chino que también va solo y el chófer uigur. En el matrimonio de chinos él debe de ser un alto cargo, pues a la hora de pagar las entradas en cada sitio presenta un carnet y pasa gratis.

Empezamos el recorrido haciendo una visita al sistema de irrigación karez: 
Turpán es un lugar en medio del desierto. Para solucionar el problema del agua se ideó, 100 años a. c., un sistema que consistía en recoger el agua del deshielo de las montañas al norte mediante una serie de canales subterráneos que llegaban hasta Turpán. De allí se extraía mediante pozos. Hay más de 1100 pozos y el sistema de canales mide más de 5000 km. la visita se hace en uno de esos canales especialmente preparado para explicar todo el sistema al turista.

De allí nos dirigimos a las Ruinas de Jiaohe:
Se trata de una antigua ciudad que fué, entre los años 108 al 450 a.c., el centro cultural, político y económico de la zona. Fué construida en tierra y abandonada en el siglo XIII.  Los edificios se construyeron excavando en la tierra y apenas se utilizó madera.


Tras esa visita nos vamos a dirigir a Las Montañas de las Llamas, denominadas así porque al recibir la luz del sol en determinadas horas de día adquieren un color rojizo. Está considerado como el lugar con temperatura más elevada de China. En verano se pueden alcanzar 55 grados.


El paisaje de los alrededores es todo desértico, pero de gran belleza.




La siguiente parada es en en las Cuevas de Bezeklik, un conjunto de cavidades talladas en las paredes de un cañón, parte de un antiguo monasterio budista con pinturas en su interior. Se conservan 57 cuevas. También se conocen como las Cuevas de los Mil Budas. Estuvieron habitadas entre los siglos V y XIV.

                             

                             


Con mis compañeros de excursión la conversación es de lo más limitada, mejor dicho nula, ya que ellos sólo hablan chino y mis conocimientos de ese idioma no van más allá de las frases de cortesía y poco más. Nos limitamos a sonreir. Conmigo fueron muy amables; a la hora de la comida se preocupaban de que probara de todo.  Uno de ellos llevaba un curioso sombrero que ví en más partes de China.


Tras ver las cuevas nos dirigimos a comer en el Valle de las Uvas:
Como ya dije anteriormente Turpán es famoso por las uvas que produce. Son verdes, pequeñas, sin pepitas y muy dulces, dadas las horas de exposición solar que reciben, cuyo efecto es el que posean un alto contenido en azúcar. El valle mide 8 km de largo. Hay estanques y allí acuden muchas familias de Turpán a pasar la tarde, pues el frescor a la sombra de las parras ayuda a mitigar el calor.



Y por fin la visita concluye en el Minarete de Emin:


Construido en el siglo XVIII, se trata de la torre islámica más alta de China (44 m).
Tras regresar a Turpán me dirijo a la estación de autobuses para comprar un billete a Urumqi. Luego voy a cenar a la plaza principal, que al atardecer se llena de puestos de comida al aire libre. Los kebabs de cordero están riquísimos. Aunque ya he comido en mis viajes a China serpiente, saltamontes, grillos, gusanos de seda y escorpiones aún no me decido por un plato típico uigur, la cabeza de oveja cocida. El ver las cabezas de las ovejas en un cubo esperando ser cocinadas no anima mucho a su degustación.
En esa plaza me encuentro con el segundo grupo de occidentales que veo en el Xinjiang. Se trata de personas de varias nacionalidades distintas que están realizando un viaje de tres meses por la antigua Ruta de la Seda, desde Pekín a Estambul. Hay dos que hablan español a la perfección: un estadounidense que estuvo trabajando en España y Luca, uno de los dos guías-conductores que es italiano. Me cuenta que su viaje va a durar seis meses: tres desde Estambul a Pekín con un grupo, allí recogen a otro grupo y vuelta en sentido inverso a Estambul. Van en un camión-autobús. 

                                       


Por ahora mi primer contacto con el Xinjiang no ha podido comenzar mejor. No sé si la situación en Kashgar continua estable, pero confío en que sí.









11 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Turpán

Turpán se halla en el desierto de Gobi en el borde sur de la Depresión de Turpán. Fué una importante ciudad de la antigua Ruta de la Seda. Es conocida como "la sartén de China". En verano se alcanzan casi 50 grados en la ciudad y 55 grados en los alrededores. Me imaginaba un lugar más pequeño, pero en su lugar me encontré una ciudad de 200.000 habitantes, moderna y de amplias avenidas. Se trata de un oasis en medio del desierto alimentada por el sistema de irrigación llamado "karez", del que luego hablaré.
Cuando yo la visité (primera quincena de Septiembre) hacía calor pero era muy llevadero. Tras acomodarme en el hotel salí a dar una vuelta para conocerla. La ciudad en sí tiene poco que ver, ya que lo interesante se encuentra en los alrededores. Decidí ir a dar una vuelta por el mercado. Iba a ser mi primera toma de contacto con la cultura uigur. Una vez allí tenía la impresión de encontrarme en cualquier ciudad de l norte de Africa: los vendedores de telas, de especias, puestos de sabrosos que kebabs...
Había prendido cuatro palabras en uigur: (las escribo tal cual se pronuncian):
  -El saludo es el mismo que se hace en cualquier otro país musulmán: "salam aleikum" y ellos responden "aleikum salam".
  -razmet (gracias)
  -kancha pul? (¿cúanto cuesta?)
  -hair hosh (adiós).
Se quedaban muy sorprendidos cuando les decía alguna de estas cuatro palabras. No se esperaban que un occidental fuera a hablarles en su idioma. Algunos hasta me preguntaron si yo era musulmán.
Aproveché para comer en el mercado en una mesa con varios uigures más a los que no conocía de nada. Desde hacía dos días no había visto a ningún occidental. Esta sería la tónica en la mayoría de los días que pasé en el Xinjiang. Estaba encantado de viajar por China sin ver ningún turista occidental. Ya expliqué anteriormente que cómo esta es una región bastante remota, muy lejos de todo, no hay muchos turistas occidentales que se aventaren por aquí. Lo cual es una pena pues es una de las regiones más interesantes de China.
Como desde que partí de Dunhuang no he podido acceder a internet para saber si hay alguna noticia nueva sobre la situación en Kashgar, pregunto por un ciber (en chino: "¿uangpa"?) y me indican de uno en la avenida principal. Cuando intento entrar en encargado me dice que no. Esta es una de las cosas que no se entienden de China. En la mayoría de los ciber (90 %) he podido acceder sin problemas, en otros pocos me han tratado de explicar que hacía falta comprar una tarjeta que luego nadie me sabía explicar dónde se adquiría. Por fin, en algún caso raro como el de ahora, no me dejaban pasar sin dar explicación alguna.
Al día siguiente deseaba realizar una excursión a los lugares interesantes que hay en los alrededores. Me dirigí a una agencia, a que la única opción era ir en viaje organizado y,  tras mucho regatear, me apunto a un grupo el día siguiente.
Mi primera impresión de los uigures ha sido muy positiva. Son un pueblo amigable y acogedor.











10 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Dunhuang-Turpan

Por fin mañana llegaré a la región de China que tanta ilusión he tenido siempre por visitar: el Xinjiang. Realizaré el recorrido en tren. Para la línea de ferrocarril que llega hasta Dunhuang es un ramal de la línea Xian-Urumqi y muere en Dunhuang. Así que primero tengo que coger un tren a una ciudad llamada Jiayuguán, retrocediendo hacia el este, en dirección a Xian, y en Jiayuguán hacer transbordo a un tren con destino Turpán, en dirección hacia el oeste.
En la puerta del hotel cojo un autobús que me lleva a la estación de Dunhuang, en las afueras de la ciudad. El tren es larguísimo. He contado veintitantos vagones. El recorrido a Jiayuguán discurre por pleno desierto de Gobi. El paisaje es una llanura que se pierde en el horizonte. A diferencia de otros desiertos chinos, como el de Taklamakan, aquí no se ven dunas, con la excepción de las que rodean a Dunhuang.
Jiayuguán fue una importante ciudad en  la antigua Ruta de la Seda. Sus dos principales atractivos son un tramo de la Muralla China que está muy bien conservado y un fuerte militar del año 1372 que se usaba para controlar el paso de personas y mercancías a través de la Ruta de la Seda. Ambas cosas serían interesantes de visitar, pero ya tuve bastante con perder el tren en Xian y no quiero arriesgarme a que me vuelva ocurrir lo mismo. Tendría que contratar un taxi, pues las dos están a varios kilómetros de la ciudad, y el problema sería encontrar otro taxi para volver a la ciudad, así que prefiero pasear las horas que me quedan hasta coger el tren que me llevará a Turpán.
 La ciudad en sí tiene poco que ver y no hay mucho que hacer excepto pasear y matar el rato muerto en un cibercafé. He dejado el equipaje en la consigna de la estación. Ya es de noche cuando regreso de nuevo a esperar el tren que viene desde Xian. Cinco minutos antes de la salida nos permiten acceder al andén (en China no se puede acceder a los andenes hasta cinco minutos antes de la salida del tren). Tengo reservada una litera en un compartimento de cama blanda. En un próximo blog, en el que contaré el viaje que realicé en tren desde Pekín a Lhasa, la capital del Tibet (4200 km en 45 horas de un solo tirón, sin bajarme del tren), explicaré las diferencias entre los distintos tipos de asientos o de camas en los trenes chinos. No tiene nada que ver con que la cama sea más dura más blanda. En el compartimento de cuatro literas coincido con una china que vieja con su hijo y otro chino. Parecen no tener ningun parentesco entre ellos. Como ya es algo tarde me dispongo a dormir.
Me he despertado bastante pronto. Por la hora que es ya debemos de haber entrado en la región autónoma de Xinjiang. Desde la litera descorro un poco la cortina de la ventanilla y veo que ya está amaneciendo a pesar de que aún es muy temprano. En China todo el país tiene la misma hora a pesar de su extensión. En Pekín y en Urumqi, a casi 4000 km de distancia hacia el oeste, la hora es igual. Es por eso que en el oeste amanece muy temprano y en cambio anochece también muy pronto por la tarde.
 El tren está descendiendo hacia la Depresión de Turpán. La ciudad de Turpán se halla en el fondo de una depresión, el punto más bajo de China (a -155 m) y el segundo del mundo tras el Mar muerto. Ello hace que en verano sea un auténtico horno. Turpan es conocida como el "horno de China". En verano se alcanzan casi los 50° en la ciudad y en las Montañas de Las Llamas, a las afueras, se llega a los 55°. Pasamos por varias gargantas y desfiladeros en los que el contraste entre el sol y el color rojizo de las rocas crea un espectáculo impresionante.
Al fin llego a la estación de Turpán. Son las seis de la mañana pero hay una luminosidad que parece que fuera mediodía. La estación no se encuentra la misma ciudad sino 50 km más al norte por lo que hay que coger un transporte para llegar allí. En las afueras de la estación hay gran cantidad de gente con unos equipajes enormes. Se observa una gran mezcla de razas. Desde luego que los uy gures físicamente no se parecen en nada a los chinos han, la etnia mayoritaria en el país. Parecen más bien turcos. 
En alguna guía había leído que gestión servicio autobús entre la estación y la ciudad así que empiezo a preguntar en todos los autobuses que hay afuera. Además de en chino llevo escrito el nombre en uygur pues en el Xinjiang hay muchos uygures que no hablan chino. Usan un alfabeto igual que el árabe. La pronunciación también es diferente: nosotros decimos Turpán, los chinos dicen Tulufán y los uigures Turfán. Cada vez que pregunto en un autobús que si va Turpán la respuesta es que no. Todos van allí pero con excursiones ya organizadas. Están esperando los grupos de turistas chinos que llegan en el tren. Por fin me hago la idea de que será imposible llegar en autobús a la ciudad y que no tendré más remedio que coger un taxi. Pregunto a uno y no dejo de sorprenderme cuando me dice el precio: por un trayecto de 50 km en un taxi compartido me va a cobrar un euro. Por este precio me sentiría mal conmigo mismo si tratara de regatear. Comenzamos a dar vueltas para conseguir más pasajeros. El taxista lleva la ventanilla abierta  y va pronunciando "Tulufán, Tulufán".  Por fin después de unos cuantos paseos consigue llenar el taxi. Yo voy a la parte de atrás junto con dos chinas han y al lado del conductor se coloca un uygur.
Desde que salí de Dunhuang, hace los días, no he vuelto ver a ningún occidental. Esta será la tónica la mayoría de los días aquí.  El Xinjiang es una región muy remota que queda muy apartada de los principales circuitos turísticos. Su lejanía respecto a Pekín (Kashgar se encuentra a casi 5000 km de Pekín) hace que sea muy contados los occidentales que se aventuran por aquí y es una pena porque es una de las regiones más interesantes de China.
                               Algunos datos sobre la región autónoma del Xinjiang son:
                                         -Es la de mayor extensión de China (como tres veces España)
                                         -Idioma y alfabeto diferente al chino
                                         -Religión mayoritaria musulmana
                                         -Paisaje formado principalmente por desiertos (Gobi, Taklamakan) y 
                                         cordilleras montañosas con picos de hasta 7000 m.
                                         -Población: 19.250.000 habitantes. Principales etnias: uygur (45%), chinos han (41%), kazajos (7%), kirguisos, hui, mongoles...
                                         - Capital: Urumqi (1.600.000 habitantes)
                                       -Clima muy extremo: temperaturas  que pueden alcanzar más de 50° en verano y varios grados bajo cero, con fuertes nevadas, en invierno.
La inmigración de chinos han hacia el Xinjiang va en aumento y hay ciudades en las que ya son mayoría como Urumqi, la capital. Esto ha producido un aumento de la tensión entre ambos grupos mayoritarios, dando lugar a veces a través enfentamientos, como ocurrió en 2009 en Urumqi, donde se produjeron casi 200 muertos y más de 1000 heridos en los choques entren uigures y han.
En las afueras de la estación hay muchos vendedores de fruta. Esta región es conocida por la gran variedad de especies frutales: uvas, melones, sandías, higos, peras, etcétera. Debido al clima caluroso la fruta tiene una gran cantidad de azúcar por lo que es muy dulce. La uvas de Turpan son conocidas en todo el país. Están riquísimas, muy dulces; son más pequeñas que las que conocemos aquí y sin pepitas.
El trayecto hasta la ciudad transcurre por pleno desierto. La vista se pierde sin conseguir ver nada en el horizonte. La temperatura no es muy elevada; hace calor pero es soportable. Por fin, después de un trayecto de aproximadamente una hora llegamos a Turpán.



                  

9 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Dunhuang

Me levanto muy temprano para coger el avión que me llevará a Dunhuang, 1700 km al oeste de Xian. En el mostrador de recepción del hotel espero pacientemente cola para ser atendido y cuando llega mi turno un grupo de unos cuarenta chinos sale del comedor y con la mayor naturalidad se cuelan y se colocan delante de mí. Ya hablé anteriormente de la afición de los chinos por no respetar las colas. Me dirijo a la recepcionista y la hago saber que llevo mas de 15 minutos esperando y que me tiene que atender a mí.
El vuelo entre Xian y Dunhuang discurre mayormente sobre el Desierto de Gobi. Hasta Turpán el viaje atraviesa este inmenso desierto. Las temperaturas que se alcanzan son extremas, con variaciones de más de 40 grados en un mismo día. En verano pueden subir a más de 55 grados y en invierno descender a -40 grados. Cuando el avión está descendiendo para tomar tierra observo a las afueras de la ciudad una cadena de dunas gigantescas.
Dunhuang es un oasis en medio del desierto y fué un importante núcleo en la antigua Ruta de la Seda. Tiene 150.000 habitantes y el interés de su visita reside en las Cuevas de Mogao, también llamadas Cuevas de los Mil Budas. Se trata de un conjunto de 492 templos a unos 15 km de la ciudad. Están declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Están excavadas en la roca de un acantilado y destacan por los murales pintados en sus paredes por los peregrinos que pasaban por la zona.
Al llegar al aeropuerto de Dunhuang cojo un autobús a la ciudad y tras dejar el equipaje en el hotel me dispongo a visitar las cuevas. Al preguntar a un agente de tráfico me responde en in inglés impecable. Aunque en China es raro encontrar a alguien que hable inglés a veces donde menos te lo esperas aparace alguien que lo habla a la perfección. El recorrido hasta las cuevas discurre por pleno desierto. A la derecha observo las dunas gigantescas que ví desde el avión. El paisaje es muy bello.
Cuando compro el ticket para la visita leo que los grupos con guía de habla inglesa sólo hay a determinadas horas. Para el próximo aún faltan como cinco horas y allí, a parte de ver las cuevas, no hay mucho más que hacer. Además las cuevas sólo se pueden visitar con guía y no por cuenta propia. Decido unirme a un grupo de turistas chinos que está esperando para entrar. Al verme llegar todos me miran con cara de pensar "¿y éste qué hace aquí?". La guía intenta hacerme entender que en ese grupo las explicaciones sólo son en chino y yo le intento de decir que no es problema. En chino o en inglés me voy a enterar de lo mismo. Por fin me deja por imposible y yo visitaré las cuevas como el que lee un libro en un idioma que no entiende y se dedica a ver sólo las fotos.
Por la tarde me dedico a pasear por el mercado de Dunhuang. Ya comienzan a verse personas de raza uigur, la que es mayoritaria en el Xinjiang (Dunhuang no pertenece al Xinjiang). En mi primer viaje a China, en 1999, ya había visto uigures en ciudades tan lejanas a su tierra como Shanghai. Se dedican a vender kebabs de cordero en la calle. Están riquísimos. En aquel tiempo ya me llamó la atención que físicamente se parecían mucho más a los turcos que a los chinos. 
Al día siguiente iba a recorrer en tren el trayecto hasta Turpán, la primera ciudad del Xinjiang que visitaría. Turpán es otro importante oasis en la antigua Ruta de la Seda y se puede considerar como el lugar más caluroso de China, con temperaturas que a veces alcanzan los 55 grados.






8 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Xian

El  día de mi viaje a Xian tengo que madrugar bastante, ya que el avión sale a las siete de la mañana. A las 4:30 abandono el hotel en un taxi en dirección al aeropuerto ya que a esa hora aún no funciona el tren. Xian se encuentra a 1200 km al suroeste de Pekín. La visité por primera vez en mi primer viaje a China, en 1999. Tiene más de 3.000.000 de habitantes, aunque es conocida sobretodo por los el Ejército de los Guerreros de Terracota también posee otros monumentos que luego contaré.
Desde el aeropuerto cojo un autobús que me lleva al centro de la ciudad, en las misma plaza donde está la Torre de la Campana. Un corto paseo de 5 minutos me lleva hasta el hotel que ya tenía reservado.Dedico el resto del día a visitar los lugares que ya conocí en 1999, entre ellos la Torre de la Campana.


La Torre del Tambor.




La Muralla, la Gran Mezquita y el Barrio Musulmán. En Xian existe una gran comunidad musulmana. Es la ciudad donde acababa la antigua Ruta de la Seda. Aquí va a comenzar mi viaje por esta ruta. A medida que me desplace hacia el oeste de China la proporción de musulmanes irá en aumento, siendo mayoría en el Xinjiang.
Es muy agradable pasear por el barrio musulmán. Existen restaurantes por todos lados. Algunas mujeres llevan la cabeza y la frente cubiertas con un pañuelo. En Kashgar, a más de 3000 km de aquí, última etapa de mi viaje por la Ruta de la Seda, hay mujeres que llevan roda la cabeza (hasta los ojos) totalmente cubierta. El Barrio Musulmán es un lugar muy visitado por los turistas. Hay un gran bullerío.






Observo con horror, dado el mal gusto por la estética que tienen a veces los chinos, que en frente de la Torre de la Campana se ha construído un moderno centro comercial con una cascada que cae por la fachada. No existía en 1999.


       Al volver al hotel por la noche la vista de la Torre del Tambor iluminada es espléndida.

                                       

                                         

Al día siguiente tengo que coger el tren has la siguiente etapa del viaje, Dunhuang, a 1734 km de aquí. Partiré a las 9 de la mañana de Xian y 24 h después llegaré a Dunhuang. Así que tomo un taxi al salir del hotel y, debido a un error que tuve al leer el plano para ver dónde se encontraba la estación, me voy en la dirección opuesta. Lo tendría que haber cogido en la acera de en frente. Ahora tendrá que dar la vuelta, con un atasco impresionante, y tardará una hora en llegar justo en frente de donde lo tomé. Conclusión: llego 5 minutos tarde a las estación y, dada la  rigurosa puntualidad de los ferrocarriles chinos, pierdo el tren por 5 minutos. No hay ni una plaza en los que van a pasar después.
La noche del día siguiente necesito estar en Dunhuang, pues ya he reservado el hotel, al igual que el resto del viaje, y si me retraso un día me rompe todos los esquemas. 
Decido irme rápido al aeropuerto en el bus. Allí intento conseguir un billete de avión. Primer problema: dar con alguien que chapurree algo de inglés, difícil en China pues la mayoría de la población sólo habla chino. Por fin consigo una empleada que habla algo de inglés. Para ese día no hay billetes y sí para primera hora del día siguiente. Al llegar la hora de pagar algo no me cuadra. Ya es mi tercer viaje en China y más o menos estoy algo puesto en los precios. Para esa distancia me parece muy caro el billete. Vuelvo a preguntar el precio y me lo confirman. Por si acaso les enseño un mapa de China y señalo Dunhuang. La chica del mostrador me mira asombrada y me dice que no. Me señala otra ciudad que se pronuncia muy parecida, pero que está a 3000 km al este de la que yo quiero ir. Podría haber acabado allí y ya sí que me viaje se hubiera trastocado por completo.  Desde entonces, en vez de tratar pronunciar los nombres de los lugares al comprar un billete, decido escribirlo en chino o señalarlo en un mapa. La pronunciación china es muy difícil. Una misma palabra puede tener hasta 5 entonaciones y significar cosas diferentes.
No deseo arriesgarme a perder el día siguiente el vuelo y me quedo en el único hotel del aeropuerto, un edifico gigantesco. Paso el día viendo películas que llevaba en la tablet.




7 jun 2013

TERCER VIAJE A CHINA: Pekín

Acabo de llegar al aeropuerto Airport Capital. De aquí mismo salí hace un año de vuelta para España. Todo me resulta muy familiar, nada que ver con la impresión que me causó en el viaje del año pasado este aeropuerto, pues en mi primer viaje a China, en 1999, el antiguo aeropuerto no tenía nada que ver con este, uno de los más grandes y modernos del mundo. Ahora he tenido más suerte que hace un año con el equipaje. Entonces llegó un día después que yo y me obligó, nada más llegar a Pekín, a ir a un supermercado para comprar útiles de aseo.
 Paso sin ningún contratiempo el control de pasaportes, recojo mi equipaje y me dirijo a tomar el tren que me llevará al centro en una hora. El precio del billete sigue siendo el mismo que el año pasado. Una vez en Pekín vuelvo al hotel en el que me alojé hace un año. En la recepción se acuerdan de mí y me saludan con afecto.
 Los siguientes días me dedico sobretodo a tratar de obtener los billetes de tren a Urumqi, la capital del Xinjiang. Para ahorrarme comisiones voy a ir directamente a la taquilla. Pondré en un papel el nombre del destino escrito en chino, así como la clase, el número de pasajeros y la fecha (ésta la escriben como nosotros). Hay que contar para esto con mucho tiempo libre y dedicarle paciencia oriental. En primer lugar para luchar con el deporte nacional chino: no respetar las colas. El colarse parece que es algo innato a ellos. Ya puedes llevar una hora en la cola, que llega alguien y se pone el primero sin ningún disimulo. Lo curioso es que a la mayoría de los chinos parece no importados, casi nadie protesta. Pero después de llevar esperando una hora más en la cola no es cuestión de que el primero que llega se te cuele así que casi siempre hay algún chino que no comparte esa costumbre o algún occidental que directamente le dicen que se vayan al final. Aunque en la Estación Central de Pekín y en la estación Oeste de la misma ciudad hay una taquilla en la que atienden a extranjeros, muy comúnmente está cerrada durante no se sabe cuánto tiempo o el inglés que habla el que atiende en la taquilla no es como para tirar cohetes, así que directamente me ponía en las mismas taquillas de los chinos. Como llevaba todo escrito confiaba en que no tuviera problemas, pero si me tenían que preguntar algo entonces estaba perdido. Aún así no se me dio mal, porque también los taquilleros ponían voluntad de su parte. Me tiré varios días con lo de los billetes porque cuando el tren que quería estaba completo me tocaba volver al hotel para conectarme a Internet a través de la Wi-Fi y ver otros horarios de trenes. Hice unos cuantos viajes en el metro desde el hotel a la estación central de Pekín. Es 
He conseguido un billete desde Xian hasta Urumqi, la capital del Xinjiang, 2544 km en compartimento de cama blanda. En el siguiente blog que estoy preparando, donde se narra el viaje que hice en solitario en el año 2010, explicaré los diferentes tipos de trenes y compartimentos de China. En ese viaje hice el recorrido desde Pekín a Lhasa, la capital del Tibet, 4200 km en tren en 45 h. Lo que ha sido imposible de conseguir este es un billete desde Pekín a Xian. Ese recorrido ya lo hice en tren en el año 1999, en mi primer viaje a China. Lo volví a repetir en el año 2010, cuando viajé en tren desde Pekín a Lhasa, pues se pasa por Xian. Lo que ocurre en China es que los billetes no se ponen a la venta hasta 10 días antes de la salida de cada tren. Tratar de obtener un billete con dos o tres días antelación como estoy haciendo yo ahora, y a una ciudad con a la que viaja tanta gente como a Xian es misión prácticamente imposible; siempre la misma respuesta: "meiyou" (no puede ser), así que decido que el viaje desde Pekín a Xian lo haré por avión. No hay una sola plaza en tren, sólo en asiento duro, el cual conozco de un viaje que hice el año anterior desde Pingyao a Pekín. Es un auténtico martirio chino: de pié al igual que en un autobús, al lado del servicio, pisándome todo el que pasaba; no lo quiero ni recordar. Desde el hotel me conecto con el iPhone a Internet y en un momento obtengo el billete de avión.
Con lo de los billetes de tren me ha quedado muy poco tiempo para disfrutar de Pekín, una ciudad que me encanta. Cuando vuelva del Xinjiang estaré unos tres o cuatro días en Pekín antes de viajar a Yunnán y aprovecharé para visitar sitios en la ciudad. Pero aún así me queda algo de tiempo para visitar el mercado de comidas exóticas de Donghuamén, en el centro de la ciudad. A cualquier hora que vayas puedes comer todo tipo de comidas exóticas. En mi primer viaje China, en 1999, comí serpiente. Me pareció un sabor muy agradable, parecido al pescado. En el segundo viaje, en 2010, comí escorpiones, saltamontes y grillos. En este viaje, además de lo anterior probaré gusanos de seda fritos.






La última tarde de mi estancia en la ciudad aprovecho para dar un largo paseo. El clima es caluroso y húmedo. Regreso pronto al hotel para terminar de hacer el equipaje que me llevaré en esta primera parte del viaje. El avión a Xian sale  a las siete de la mañana y el aeropuerto está como 30 km al norte de la ciudad. A esas horas a una funciona el tren del aeropuerto así que tendré que coger un taxi pero son mucho más baratos que en España









Los situacion en el Xinjiang continua siendo tranquila. He llamado por teléfono a un español que vive y trabaja en Pekín (tiene una agencia de viajes) para ver si él sabía algo más y me han dicho que acaba de llegar un grupo de españoles a Pekín procedentes de Kashgar y la situación es de tranquilidad. Lo voy a poder comprobar por mí mismo pues mañana temprano comienza mi viaje por la Ruta de la Seda.